Opinión

Refugiados

Uri Avnery
Uri Avnery
· 8 minutos

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Mi héroe del año (por ahora) es un joven refugiado palestino de pelo castaño que vive en Siria, llamado Hassan Hijazi.

Fue uno de los cientos de refugiados que hicieron la manifestación en el lado sirio del muro fronterizo de los Altos del Golán para conmemorar la Nakba (“desastre”) el éxodo de más de la mitad del pueblo palestino del territorio conquistado por Israel en la guerra de 1948. Algunos de los manifestantes corrieron hacia la valla, atravesando un campo de minas. Afortunadamente, ninguna mina explotó; puede que simplemente fueran demasiado viejas.

Entraron en la aldea drusa de Majdal Shams, ocupada por Israel desde 1967, donde se dispersaron. Los soldados israelíes dispararon, mataron e hirieron a varios de ellos. Los demás fueron apresados e inmediatamente deportados a Siria.

Hassan intentó localizar la casa de su familia en Yaffa; no lo consiguió

Excepto Hassan. Encontró un autobús que llevaba activistas por la paz internacionales e israelíes y le llevaron con ellos: tal vez adivinaron de dónde venía, tal vez no. Su aspecto no le hacía parecer muy árabe.

Le dejaron cerca de Tel Aviv. Continuó su viaje haciendo autostop y finalmente llegó a Yaffa, la ciudad donde vivieron sus padres.

Allí, sin dinero y sin conocer a nadie, intentó localizar la casa de su familia. No lo consiguió (el lugar había cambiado mucho, demasiado).

Al final, consiguió contactar con un corresponsal de una televisión israelí, que hizo que se entregara a la policía. Fue arrestado y deportado a Siria.

Una hazaña bastante sorprendente.

El que los refugiados cruzaran la frontera cerca de Majdal Shams a punto estuvo de sembrar el pánico en Israel.

Primero llegaron las habituales recriminaciones. ¿Por qué el ejército no estaba preparado para este acontecimiento? ¿De quién era la culpa: del Comando Norte o de los servicios militares de espionaje?

La pesadilla de Israel es que los 750.000 refugiados y sus descendientes inunden el país

Detrás de la agitación estaba la pesadilla que había obsesionado a Israel desde 1948: que los 750.000 refugiados y sus descendientes, unos cinco millones hasta ahora, un día se levanten y marchen a la frontera de Israel desde el norte, este y sur, derriben las vallas e inunden el paísEsta pesadilla es el reflejo del sueño de los refugiados.

Durante los primeros años de Israel, ésta era una auténtica pesadilla. El día que se fundó Israel contaba con unos 650.000 habitantes judíos. La vuelta de los refugiados habría inundado indudablemente el joven Estado israelí. Más tarde, con más de 6 millones de ciudadanos judíos, este miedo ha quedado atrás; pero está siempre ahí. Los psicólogos pueden decir que representa los sentimientos de culpa reprimidos de la psique nacional.

Esta semana hubo otra manifestación similar. Los palestinos por todo Israel han declarado al 5 de junio el día de la ‘Naksa’, para conmemorar el revés de 1967, cuando Israel derrotó de forma sorprendente a los ejércitos de Egipto, Siria y Jordania, ayudados por unidades de los ejércitos iraquí y saudí.

Esta vez, el ejército israelí estaba preparado. Se había reforzado la valla y habían cavado delante una zanja antitanques. Cuando los manifestantes intentaron acceder a la valla (de nuevo cerca de Majdal Shams) les dispararon francotiradores. Unos 22 murieron, muchas docenas resultaron heridos. Según informan los palestinos, también dispararon y mataron a la gente que intentaba rescatar a los heridos y recuperar a los fallecidos.

Sin duda esto fue una táctica deliberada que decidió de antemano el mando del ejército tras el fiasco del día del Nakba, y aprobada por Benjamin Netanyahu y Ehud Barak. Como se dijo casi abiertamente, los palestinos tenían que aprender una lección que no olvidarían, y así eliminar de su cabeza cualquier idea acerca de una pacífica acción en masa.

Cuando intentaron acceder a la valla les dispararon francotiradores. Unos 22 murieron

Esto recuerda de manera terrorífica los acontecimientos de hace 10 años. Tras la primera intifada, en la que los jóvenes que lanzaban piedras y los niños ganaron una victoria moral que llevó a los Acuerdos de Oslo, nuestro ejército realizó maniobras en anticipación de una segunda intifada. Ésta estalló tras el desastre político de Camp David, y el ejército estaba preparado.

La nueva intifada empezó con manifestaciones pacíficas masivas de palestinos. Se encontraron frente a francotiradores especialmente entrenados. Junto a cada francotirador había un oficial que señalaba a los individuos a los que iban a disparar por parecer los cabecillas: “El chico de la camisa roja… Ahora el de los pantalones azules…”

El levantamiento pacífico se derrumbó y fue reemplazado por terroristas suicidas, bombas en las carreteras y otros actos “terroristas”. Con todo esto nuestro ejército se sentía como en casa.

Me da la impresión de que estamos siendo testigos de lo mismo una vez más. De nuevo los tiradores están manos a la obra, dirigidos por los oficiales.

Pero hay una diferencia. En 2001 nos dijeron que nuestros soldados estaban disparando al aire. Ahora nos dicen que apuntan a las piernas de los árabes. En esa época los palestinos tenían que saltar muy alto para dejarse matar, ahora parece que tienen que agacharse.

Todo esto es no sólo criminal, sino también increíblemente estúpido.

Junto a cada francotirador había un oficial que señalaba a los individuos a disparar

Durante décadas, prácticamente toda conversación sobre la paz se ha centrado en los territorios ocupados en la guerra de 1967. El presidente Mahmoud Abbas, el presidente Barack Obama y el movimiento israelí por la paz hablan todos de “las fronteras de 1967”. Cuando mis amigos y yo empezamos (en 1949) a hablar de la solución de los dos estados, nosotros también nos referíamos a esas fronteras. (Las “fronteras de 1967” son, de hecho, simplemente las líneas del armisticio acordadas tras la guerra de 1948.)

Mucha gente, incluso en el movimiento israelí por la paz, ignoraba completamente el problema de los refugiados. Trabajaban con la ilusión de que hubiera desaparecido, o que desaparecería después de que se consiguiera la paz entre Israel y la Autoridad Palestina.

Yo siempre advertía a mis amigos de que esto no ocurriría: cinco millones de seres humanos no pueden ser aislados. No tiene sentido firmar la paz con la mitad del pueblo palestino, y simplemente ignorar la otra mitad. Esto no significará “el final del conflicto”, por mucho que se diga en el acuerdo de paz.

Pero en años de conversaciones, la mayoría a puerta cerrada, se ha alcanzado un consenso. Casi todos los líderes palestinos se han puesto de acuerdo, explícita o implícitamente, en la fórmula de “una justa y consensuada solución al problema de los refugiados”; así toda solución está sujeta a la aprobación israelí. He hablado sobre esto muchas veces con Yasser Arafat, Faisal Husseini y otros.

Mucha gente ignoraba completamente el problema de los refugiados

En la práctica, esto significa que un simbólico número de refugiados podrá regresar a Israel (el número exacto que se ajuste a las negociaciones), y los demás serán reasentados en el Estado de Palestina (que debe ser lo suficientemente grande y viable para que esto sea posible) o recibirán una generosa compensación que les permita empezar una nueva vida donde se encuentren o en cualquier otro lugar.

*Para hacer más fácil esta complicada y dolorosa solución, todos decidieron que sería mejor tratar el asunto cerca del final de las negociaciones de paz, después de que se haya establecido una confianza mutua y una atmósfera más relajada.

Y aquí viene nuestro gobierno e intenta resolver el problema con francotiradores; no como último recurso, sino como el primero. En lugar de responder a los manifestantes con medios efectivos no letales, matan a la gente. Esto, por supuesto, intensificará las protestas, movilizará a las masas de refugiados y pondrá el “problema de los refugiados” de lleno sobre la mesa, en el centro de la mesa, antes de que las negociaciones hayan siquiera empezado.

En otras palabras: el conflicto retrocede de 1967 a 1948. Para Hassan Hijazi, el nieto de un refugiado de Jaffa, esto es un gran logro.

Nada puede ser más estúpido que este procedimiento de Netanyahu y compañía.

A menos, claro está, que lo estén haciendo conscientemente, para hacer imposible cualquier negociación de paz.