Horas


Reloj Uskudar
Reloj público en Üsküdar, Estambul | © I. U. T.

La división del día en 24 horas (o en 2 veces 12 horas) es hoy una forma universalmente aceptada de medir el transcurso del tiempo a lo largo de una jornada. Tiene unos tres milenios de antigüedad y es desde hace siglos de uso común en todos los países del Mediterráneo. Actualmente en este ámbito geográfico existen dos modelos distintos de repartir estas 24 horas por la jornada.

El primer modelo cuenta las horas a partir de la medianochem bien de 1 a 24, bien llegando hasta 12, equivalente a mediodía, y empezando de nuevo con 1. Este sistema es el empleado de forma prácticamente universal en el mundo hoy día.

El segundo sistema empieza con la salida del sol y cuenta 12 horas hasta la noche, y nuevamente 12 hasta la mañana siguiente. Este modelo es oficial hoy en Etiopía.

Modelo moderno

El modelo moderno comienza a contar a medianoche, momento que marca el inicio del día a fines administrativos. Se puede continuar el conteo hasta los 24 horas, que equivalen a las 0:00 horas del día siguiente, o bien se pone el contador a cero a las 12:00 horas del mediodía y se vuelve a contar hasta las 12:00 de la noche. Casi siempre se emplean ambas opciones de forma simultánea, normalmente reservando la primera a contextos administrativos y escritos y la segunda predominando en el habla.

Cuando se utiliza por escrito el sistema de dos veces 12 horas, es costumbre especificar las horas de la mañana con la abreviatura a.m. (del latín ante meridiem, antes del mediodía) y las de la tarde con p.m. (post meridiem, después del mediodía). En numerosos idiomas se utiliza además la abreviatura h (del latín hora) para indicar que una cifra indica una hora.

El sistema también se emplea en Israel, pese a que la religión judía cuenta el día a partir del anochecer. También la anotación es universalmente la misma, incluidos los países árabes. Si bien el árabe se escribe de derecha a izquierda, las cifras se leen de izquierda a derecha, y esta norma vale también para las anotaciones horarias, por lo que en un texto árabe, la cifra 14:56:23 (o bien ١٤:٥٦:٢٣ en cifras índicas, como se emplean en Iraq o Jordania) también indica las catorce horas, cincuenta y seis minutos y veintitres segundos, y no las 23 horas.

Horas Etiope

Etiopía

En Etiopía, el día también se divide en dos veces 12 horas, pero a diferencia de casi todo el resto del mundo, el día empieza por la mañana. El conteo empieza seis horas después de medianoche, de manera que las 6.00 h de la mañana según el sistema universal equivalen a las 0:00 horas en el reloj etíope. Al mediodía, el reloj etíope marca las 6:00 y anochece a las 12:00 h, momento en el que se vuelven a contar 12 horas hasta la mañana siguiente.

Pese a esta particularidad, el sistema está correlacionado con el del resto del mundo, al fijarse la hora (válida para toda Etiopía) equivalente la franja horaria GMT + 3, la misma que utilizan Turquía, Siria o Jordania. Para hallar la equivalencia de una hora etíope con una de esta misma franja horaria basta, por la tanto, sumar 6 a la hora etíope ( o restar 6 en el ciclo nocturno entre las 6 y las 12).

El horario es fijo y no depende del sol, aunque debido a la cercanía de Etiopía al ecuador (entre los 4º y los 14º de latitud norte), las variaciones no son muy pronunciadas, de manera que un ciclo de 12 horas siempre coincide aproximadamente con la luz diurna y el otro con la noche.

Modelo bíblico

En la religión judía, el día empieza con el momento de la puesta del sol. A partir de ahí se cuentan 12 horas nocturnas y 12 horas diurnas. Estas horas no tienen una duración fija, porque se deben adaptar la variable longitud de día y noche según las estaciones del año. Así, en la latitud de Madrid, Roma o Estambul, el día más largo del año tiene algo más de 15 horas y el día más corto, apenas 9. Por lo tanto, en verano, las 15 horas deben dividirse en 12 partes iguales, llamadas «horas temporales», cada una de 75 minutos, y las 9 horas de la noche, igualmente en 12 «horas temporales» que tendrán 45 minutos cada una. En invierno es al revés. Más al norte, las diferencias son aún más pronunciadas. Estas «horas» son las que determinan el ritmo de los rezos y otros ritos religiosos.

Este modelo sigue vigente para fines litúrgicos en la religión judía, si bien en la vida cotidiana en Israel se emplea el sistema moderno universal.

También en el islam se asume comúnmente que el día empieza con el momento de la puesta del sol. Así, el mes empieza con la observación de la primera luna al anochecer. Sin embargo, la ordenación de los ritos contradice esta idea, ya que los 5 rezos obligatorios se cuentan a partir del primero, al amanecer, con la última oración del día (isha’) fijada para algo más de una hora después de la puesta del sol.

Horas italianas

Bajo el nombre de «Hora italiana» se conocía hasta el siglo XIX otra forma de medir el tiempo: el día se dividía en 24 horas de igual duración, a contar a partir de la puesta del sol. Esto significa que a lo largo de las estaciones, medianoche, amanecer y mediodía caen siempre en puntos diferentes del reloj. Solo en los equinoccios, la medianoche sería a las 6:00 h, la salida del sol a las 12:00, el mediodía a los 18 horas y la siguiente puesta del sol a las 24:00 h. En el solsticio de verano, sin embargo, tomando como referencia Venecia, el reloj marcaría aproximadamente las 4:00 en el momento de la medianoche, las 8:00 al amanecer y las 16:00 al mediodía. En cambio, en diciembre, medianoche llegaría sobre las 7:30, el sol saldría a las 15:00 h y mediodía sería hacia las 19:30 h.

Este sistema se empleó durante varios siglos en Italia, y también en algunos lugares de Europa oriental, como Praga, por lo que también se conocía como «hora bohemia», y era aún de uso común hacia finales del siglo XVIII. Para entonces, no obstante, había sufrido una modificación: en lugar de iniciar el nuevo conteo con la puesta del sol se retrasaba media hora, a veces incluso tres cuartos de hora, para hacerlo coincidir con el rezo del ángelus, anunciado por las campanas de la iglesia, que tenía lugar en el momento en el que oscurece. Algunos autores distinguen, por ello, el concepto de la «hora itálica», fijada a la puesta del sol, de la «hora italiana», coordinada con las campanadas media hora después.1 En su libro «Viaje a Italia» (publicado en 1816, pero referido al viaje realizado en 1786), el poeta aleman Johann Wolfgang von Goethe describe este sistema, si bien con cierta confusión, como estando plenamente en vigor. Hacia 1800 fue reemplazado paulatinamente por decreto por el sistema hoy universal.

Reloj solar en la mezquita omeya de Damasco | © I. U. T.

Historia

El origen de la hora se busca en Babilonia en el 2 milenio a.C., donde el conjunto de día y noche se dividía en 12 partes iguales, equivalentes cada una a dos horas actuales, medidos con relojes de sol. En el periodo helenístico, que se inicia en el siglo IV a.C., se adoptaría la división en 24 horas, que ya aparece en las obras de Hiparco (siglo II a.C.). El uso de relojes de sol era común en el Imperio romano para calcular datos astronómicos y definir el tiempo del día. También se conocía la construcción de relojes de agua, que usaban el flujo regular del líquido a través de un orificio para permitir una medición exacta del tiempo.

En el siglo II d.C., el matemático egipcio-griego Ptolomeo calculaba posiciones astronómicas en su libro Almagesto usando el sistema sexagesimal babilónico, popularizando la división del grado (equivalente a una hora) en 60 fracciones, divididas a su vez en 60 «segundas fracciones». En el siglo XI, el astrónomo persa Abu Raihan al Biruni, extendía este método a la medición del tiempo, usando las palabras árabes daqiqa (fragmento pequeño) para la sexagésima parte de la hora, dividida en 60 partes llamadas thania (segundo [fragmento]), con un tercer nivel de sexagésimas de segundo, llamada thalith (tercero), dividido en 60 rabi’ (cuarto).2 En su época era común calcular hechos astronómicos con fracciones minúsculas, aunque no fueran medibles.

Las traducciones del Almagesto y de las obras de astrónomos árabes al latín medieval difundieron el uso de minuto (pequeño) para daqiqa y segundo para thania). En la civilización arábiga se popularizaba también la construcción de relojes de sol, agua y finalmente artilugios mecánicos. El reloj mecánico utilizado para dar campanadas desde la torre de una iglesia se documenta por primera vez en 1336 en Milano y en las próximas décadas en gran parte de Italia, desde donde se expandió en aún en el siglo XIV por toda Europa. Estos relojes ya usaban una división del día en 24 horas. Los más exactos indicaban también los cuartos de hora.

Alrededor de 1520 se inventó en la ciudad alemana de Nuremberg el reloj portátil basado en uns sistema de muelles, y unos 150 años más tarde se universalizaba el uso de la manecilla para indicar los minutos.

El hábito de fijar el inicio del día en el momento de la medianoche ya está documentado en la civilización romana, aunque convivía con el sistema de contar 12 horas a partir de la salida del sol y hasta la puesta de sol, definido como Día natural. De esta manera, el sistema romano de indicar las horas coincide con el utilizado hoy en Etiopía, aunque se empleaban entonces horas temporales, es decir de desigual longitud, según las estaciones del año. Al mismo tiempo existía el concepto de un Día civil, que se contaba a partir de la medianoche;3 Plinio atribuye este modelo también a los antiguos egipcios y a Hiparco.4 Es el método que finalmente se convirtió en universal.

Notas

  1. Denis Schneider. Goethe, ses ´editeurs et l’heure italienne. En: Cadran Info nº 36 (oct 2017) ↩︎
  2. Abu Raihan al Biruni. Kitab al Athar; traducido como «Cronología de las naciones antiguas», edición de Eduard Sachau (1923); pág. 152 ↩︎
  3. Censorinus. De Die Natali. XXIII-XXIV ↩︎
  4. Plinio el Viejo. Historia Naturalis, Liber II, LXXIX (188) ↩︎