Opinión

Bombas contra Obama

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 8 minutos

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El miércoles, un misil israelí impactó en un coche en una calle de Gaza y mató a dos personas: Ahmed Yabari, el líder militar de Hamás, y su hijo. Murió algo más: la oportunidad de Barack Obama de pasar a la Historia como un presidente que hizo algo por la paz.

El asesinato cometido por Israel es sólo uno de los muchos de la última década y dará lugar a una de las muchas rondas de combates que suelen acabar con cien palestinos muertos por cada israelí. Ésta, al menos, fue la proporción en Plomo Fundido, la campaña de bombardeos lanzada hace casi exactamente cuatro años: a finales de diciembre de 2008.

El enemigo no es Hamás, ni tampoco Mahmud Abbas que pedirá en Naciones Unidas que se reconozca Palestina

Como entonces, el enemigo no es Hamás. Tampoco es Mahmud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina, que el día 29 de noviembre llevará a la Asamblea General de Naciones Unidas la solicitud de que se reconozca a Palestina como Estado observador (no puede ser miembro por el veto de Estados Unidos). La propuesta se aprobará, por supuesto, pero no tiene efectos legales ni políticos más allá del moral. Y la moral no se ha mostrado muy capaz de frenar la voraz expansión de Israel.

Ni es Siria, el país que da cobijo al líder de Hamás: a Israel le vino muy bien la dictadura fiable de Bashar Asad y no tiene nada que temer mientras se prolongue la guerra civil. Si dura más, podrá incluso disfrutar de una sólida república islamista bajo dominio de Arabia Saudí, un enemigo ideal.

El enemigo tampoco es Egipto, pese a las alarmas que sonaron tras la caída de Mubarak, firme aliado, y en las elecciones que no sólo le dieron el Gobierno a Mohamed Morsi, miembro de los Hermanos Musulmanes, sino también evidenciaron el peso que los movimientos islamistas han adquirido en la sociedad. Pero tres meses después ha quedado claro que Egipto no tiene la mínima intención de cambiar el statu quo: ni siquiera ha llegado a abrir realmente la frontera con Gaza. El flujo de personas es muy superior al de la época de Mubarak, pero no se han eliminado las trabas al comercio.

El Cairo colabora con el ahogo israelí de Gaza: no tiene opción, mientras viva de la ayuda militar de EEUU

El Cairo sigue colaborando con el ahogo israelí de Gaza, probablemente porque los dirigentes egipcios tampoco estén cómodos con un millón de palestinos en el umbral de su casa y porque no tienen otra opción, mientras su ejército viva de la ayuda militar estadounidense. Obama convirtió ésta en “condicional” con una ley de diciembre de 2011, y todo indica que las condiciones se cumplen: en marzo se entregaron los habituales 1.300 millones de dólares. Calma chicha en el frente meridional.

Donde amenaza tormenta es en el Oeste. Barack Obama ha ganado las elecciones, muy a disgusto de Benjamin Netanyahu, quien apostó todo a la carta de Romney. A Obama no le debió de hacer mucha gracia el descaro israelí a la hora de pedir el voto para su rival. Y de todas formas, el presidente estadounidense tenía la intención, al menos eso declaraba, de poner un poco de orden en el patio mediooriental y volver a mandar a palestinos e israelíes a la mesa de negociación. Quizás incluso con el comando de ponerse realmente de acuerdo en algo, en una especie de repetición de la cita de Camp David en 2000.

Recién llegado al Despacho Oval en 2009, Obama se encontró con una sorpresa: Plomo Fundido

No es casualidad, desde luego, que Bill Clinton forzara aquel encuentro sólo meses antes de cumplir su segunda legislatura: es cuando un presidente estadounidense ya no tiene nada que perder y se puede dedicar a los grandes gestos para la Historia.

Es de sospechar que Obama tiene en mente algo así, pero quizás tuvo incluso intención de no esperar tanto, una vez asegurada la presidencia para los próximos cuatro años. Recién llegado al Despacho Oval en 2009, y todavía rezumando ilusiones respecto a una paz en Oriente Medio, se encontró con una sorpresa: donde estaba antes Gaza había un inmenso campo de escombros, plomo fundido y mucha enemistad renovada. Era el regalo de bienvenida de Israel

Obama, es de suponer, se tragó el enfado y aplazó, como es tradición, todo al segundo mandato. Que empieza ahora. Y estaba empezando bien, ha revelado el diario israelí Haaretz este mismo jueves. En los últimos meses, los lanzamientos de cohetes habían seguido, pero incluso en la última semana de octubre, cuando desde Gaza salió un centenar de disparos, no hubo daños ni afectados en Israel: siempre caían en terreno baldío. No era casual: era una orden de Ahmet Yabari, el todopoderoso dirigente de Hamás. Porque estaba buscando la paz.

El miedo es lo único que mantiene con vida todo el sistema de un país con profundas fisuras sociales

Lo dice Gershon Baskin, un mediador israelí que llevaba y traía propuestas entre Yabari y altos cargos israelíes. Se negociaba una tregua permanente, con acuerdos que habrían evitado la terrible espiral de provocaciones y represalias. En el lado israelí estaban alargando el proceso, pero el miércoles, Baskin le hizo llegar a Yabari el último borrador. Horas más tarde, un misil lo mató.

Vuelta a la espiral. El jueves murieron tres civiles israelíes por un cohete de Gaza: por fin vuelve a correr el contador de víctimas, que se había estancado en 7 israelíes en 4 años, demasiado poco como para que seguir pintando los morteros de Gaza como la gran amenaza existencial de Israel.

Durante un tiempo tampoco había hecho falta, porque Mahmud Ahmadineyad se había declarado amablemente dispuesto a asumir tal papel. La victoria de Obama también ha destruido esta baza del gobierno israelí: hasta que empiece la campaña de las elecciones legislativas estadounidenses de 2014 va a ser muy difícil pedirle que colabore con algún gesto, algún movimiento de portaaviones, en la histeria de la guerra contra Irán para darle la verosimilitud de la que tanto carece.De vuelta a Gaza, pues: no hay otro enemigo en el horizonte. Un enemigo hace falta, porque sólo un enemigo crea miedo. Y el miedo es lo único que mantiene con vida no sólo a los consecutivos gobiernos israelíes sino a todo el sistema político de un país con profundas fisuras sociales, que no hacen más que ensancharse —sobre todo la que separa a laicos y religiosos— , con una preocupante pérdida de nivel de vida —ahí estuvo la ‘primavera israelí— y una aún mucho más preocupante inversión en gastos militares.

Ante los morteros, a ningún israelí se le ocurrirá hacer la pregunta temida: si quizás sea más barato hacer la paz

Los ataques de Gaza ya han conseguido una cosa: a costa de unas cuantas vidas han recordado a los votantes israelíes que la Cúpula de Hierro, nombre que recibe el escudo antimisiles israelí, es absolutamente necesario para la supervivencia del país. Pese a los 50 millones de dólares que cuesta su instalación y los 62.000 que cuesta cada uno de los misiles que lanza contra los cohetes gazatíes (si se propone llevar a su enemigo a la bancarrota, Hamás no lo tiene difícil: a cien cohetes por día, en una semana, con un coste de 700.000 dólares, puede sangrarle 40 millones). Ante una lluvia de morteros, a ningún israelí se le ocurrirá hacer la pregunta más temida: si quizás sea más barato hacer la paz.

No: en la guerra no se hacen preguntas. Dentro de unas semanas, Gaza estará de nuevo en escombros, el mando de Hamás pasará a los más combativos, Mahmud Abbas navegará como puede entre el respaldo moral a Hamás y el mantenimiento de las relaciones con Israel, los israelíes repetirán el viejo eslogan que la paz con los palestinos es imposible y en enero votarán a Netanyahu o a cualquier otro candidato que prometa lo mismo, los judíos estadounidenses corearán todos el estribillo de una Israel atacada que necesita simpatía, respaldo y donaciones.

Cuando venga Obama cabalgando su caballo blanco para iniciar negociaciones, no encontrará a nadie con quién hablar. El tiempo que tarde buscando entre los escombros, Netanyahu habrá salvado una vez más el país de esa inmensa amenaza existencial, de este abismo que los gobiernos llevan bordeando tantos años: la paz con Palestina.

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© Ilya U. Topper | Especial para MSur

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