Reportaje

La Revolución egipcia bajo represión militar

Eva Chaves
Eva Chaves
· 9 minutos

 

Tanque en una calle de El Cairo (Marzo 2011) |  © Eva Chaves
Tanque en una calle de El Cairo (Marzo 2011) | © Eva Chaves

“¡El pueblo y el ejército en una sola mano!” era una de las consignas más coreadas por los manifestantes desde que el ejército tomó las calles el 28 de enero, el Viernes de la Ira. La misma consigna la repitieron el 25 de febrero los jóvenes revolucionarios que decidieron volver a acampar en la rotonda de la plaza Tahrir de El Cairo para continuar con las protestas. En este caso el grito desafiaba a los militares antes de que éstos los echaran por la fuerza y rompieran por vez primera su imagen de neutralidad.

Ismail Gamal, uno de los activistas torturados el 9 de marzo, nos relata los hechos de aquel día: “Pasadas las doce de la noche llegó el comando 777, de las fuerzas especiales de choque, para impedirnos montar el campamento. Brazo con brazo cercamos la rotonda cantando: “El pueblo y el ejército, en una sola mano”; hasta que los corpulentos agentes enmascarados consiguieron romper la cadena sacándonos en volandas uno a uno. La policía militar y los soldados destruyeron las tiendas. La gente salió corriendo. A los que intentaban hacer fotos, o les rompían el móvil o se lo quedaban. Después el ejército detuvo a varias personas y acordonó los accesos a la plaza para impedirnos regresar. “El pueblo y el ejército, no están en una sola mano”, les gritábamos”.

 «El ejército está haciendo un golpe de Estado a la revolución. Ya no podemos manifestarnos»

Al día siguiente, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas anunció la liberación de los detenidos y se disculpó ante unos hechos que, según dijo, no eran intencionados. Ese mismo día los revolucionarios volvieron a ocupar la rotonda hasta que el ejército, ayudado por un gran grupo de matones, los desalojó definitivamente el pasado 9 de marzo, hechos que se saldaron, según Ragia Omran, abogada de la organización de derechos humanos Hisham Mubarak, con 190 personas detenidas y torturadas.

Rasha Azab, periodista, y Aly Sobhy, actor, hablaron de lo ocurrido en la rueda de prensa de los absueltos y familiares de presos del 16 de marzo en el Sindicato de Periodistas de El Cairo: “Desde la madrugada y hasta las cuatro de la tarde un grupo de matones cargaron contra los manifestantes de la plaza. Solo cuando vieron que los matones no habían podido con ellos decidieron atacar conjuntamente, una hora más tarde”.

Ismail estaba con Rasha cuando los detuvieron: “Fuimos a la plaza para ver qué había y nos encontramos con la batalla. Decidimos irnos porque desde los tejados había delatores señalando a los soldados a quién debían detener y quisimos prevenirnos. En el camino nos topamos con dos chicos que hace unos días nos increparon cuando nos manifestábamos diciéndonos: “¡Basta ya! Queremos volver al trabajo”. “No por manifestarnos hemos dejado de ir a trabajar”, les contesté entonces. Fueron ellos dos los que nos delataron ante unos soldados diciéndoles: “Estos son los que dicen ¡No a Mubarak!”, y nos cogieron”.

» Teníamos que pasar entre una hilera de seis soldados; cada uno nos golpeaba con un arma diferente»

Rasha añade que en el camino hasta el Museo Egipcio tanto el ejército como los matones les estuvieron golpeando e insultando constantemente. “Está claro que hubo un acuerdo entre ambos totalmente organizado. El ejército está haciendo un golpe de Estado a la revolución. Es el nuevo cuerpo de Seguridad del Estado. Ya no podemos manifestarnos”, dijo.

Rasha Azab no iba mal encaminada. El 23 de marzo el Consejo de Ministros anunciaba la aprobación de un proyecto de decreto de ley que prohíbe todo tipo de manifestación o huelga en señal de protesta sancionándose con prisión y/o multa, la cual podrá llegar a las 500.000 libras egipcias (62.500 euros).

Centro de torturas

“Cuando entramos al museo había toda una “ceremonia de honor” esperándonos. Teníamos que pasar por medio de una hilera de seis soldados a uno y otro lado, cada uno nos golpeaba con un arma diferente: porras, cadenas, nunchakos, cables para descargas eléctricas… Al llegar al final y una vez maniatados, con los ojos vendados y en camiseta o desnudos de cintura para arriba, nos iban echando boca abajo unos sobre otros y nos amenazaron con disparar si levantábamos la cabeza. Los de abajo lo pasaron muy mal porque no les llegaba el aire. Al cabo de unas tres horas empezaron a separarnos y volvieron las torturas por parte de oficiales y altos cargos. Después nos colocaron en fila y nos quitaron la venda para grabarnos en un vídeo que luego salió en la televisión estatal donde se nos acusó públicamente de ser matones”, relata Ismail Gamal, uno de los pocos que pudo escapar tras las torturas en el museo, cuyo anexo y calle interior se han convertido en centro de detenciones y torturas inmediatas antes del traslado de los detenidos a prisión. “Lo peor era la tortura psicológica”, afirmó Aly Sobhy. “Nos insultaban con las mismas consignas de la revolución: “¡Levanta la cabeza, eres egipcio!”, nos decían. En la Prisión de Guerra donde nos trasladaron vimos que aún colgaban fotos de Mubarak en las paredes. Algunos oficiales mientras nos torturaban nos decían: “Haremos que el pueblo se arrepienta y ruegue por la misericordia de Mubarak y su época”.

A las 17 mujeres detenidas también las torturaron. Salma El Hosseiny testificó en la rueda de prensa: “Nos aplicaron descargas eléctricas en el pecho y en las piernas. En la prisión, nos metieron a todas en una misma habitación completamente desnudas mientras a través de las puertas abiertas nos grababan desde fuera. Nos preguntaron si estábamos casadas y a las que dijeron que no las inspeccionó un hombre desconocido para comprobar si se las podía acusar de prostitución (en caso de que no fueran vírgenes)”.

«Nos preguntaron si estábamos casadas y a las que dijeron que no las inspeccionó un hombre»

A pesar de los intentos de varios abogados de derechos humanos por dialogar con la fiscalía del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas, ésta se niega a revelar los datos sobre los más de diez mil procesados desde el comienzo de la revolución, cifra que estiman los abogados de Hisham Mubarak. Es difícil saber el número real de desaparecidos y de detenidos y condenados a entre tres y siete años de cárcel tras los rápidos juicios militares sin derecho a abogado defensor. Tampoco aclaran por qué motivo algunos presos declarados inocentes aún no han sido liberados.

Según dijeron varios ponentes, la peor situación es la de los encarcelados con dificultades económicas, quienes no cuentan con influencias que les puedan respaldar. A la mayoría se les está acusando de ser matones y no lo son pero “incluso si lo fueran tienen derecho a un juicio civil”, defendieron muchos testigos, quienes, además, aclararon que las pésimas condiciones de vida son las que llevan a muchos matones a aceptar dinero a cambio de su labor.

Tampoco los propios militares escapan a los juicios militares y a las torturas. H. M. ha sido oficial del ejército durante ocho años, después fue condenado a un año de cárcel por haber criticado irónicamente al ejército. Durante ese año fue torturado en varias ocasiones. “Como yo hay cincuenta oficiales más que están dispuestos a hacer público su testimonio. Queremos que la gente se entere de una vez que las torturas son una práctica sistemática del ejército, incluso hacia los suyos”, declaró.

«Hemos entendido el juego, pero no permitiremos que robéis nuestra revolución”

La periodista Hanan Fikry, anunció, durante la misma comparecencia, los hechos del escenario similar que se repitió el 14 de marzo frente al edificio de la televisión de El Cairo, el Maspiro, donde decenas de manifestantes, en su mayoría cristianos, llevaban acampados una semana contra el conflicto intercomunitario. El ejército y la policía militar atacaron a los manifestantes, de los que nueve fueron detenidos y 16 torturados y hospitalizados.

“El problema es que la prensa está participando en esta traición. La única forma de enterarse de lo que está ocurriendo es a través de las redes sociales e internet”, dijo Hanan.

No solo las crónicas de las detenciones y torturas del ejército sino cualquier crítica al gobierno militar, brazo del antiguo régimen, está siendo ocultada por la prensa. Solamente podemos encontrar breves noticias en algunas páginas de organizaciones de derechos humanos, en las redes sociales y en la versión inglesa electrónica de periódicos tradicionalmente opuestos al régimen como Al Masry Al Youm. Pero a pesar de la censura del gobierno militar y la futura prohibición de las manifestaciones ciudadanas, muchos jóvenes coreaban a las puertas del Sindicato de Periodistas el 16 de marzo: “Vale, hemos entendido el juego, pero no permitiremos que robéis nuestra revolución”.

¿Quiénes son los «baltaguía»?

En árabe egipcio, los ‘baltaguía’ o matones son delincuentes comunes pagados para intimidar a personas concretas mediante el uso de la violencia.

Un matón nunca actúa solo y puede ser «contratado» por cualquier persona, entidad e incluso gobierno. El antiguo Partido Nacional del derrocado Mubarak utilizaba a los matones para reprimir manifestaciones y protestas.

Durante la Revolución del 25 de Enero, los matones al servicio del régimen, armados con palos, armas blancas e incluso pistolas, sembraron el caos por la ciudad y atacaron violentamente a los manifestantes de la plaza Tahrir de El Cairo.