Reportaje

El anarquismo prende en Italia

Irene Savio
Irene Savio
· 10 minutos

 

Manifestación anarquista en Roma (Feb 2008)  |  © Stefano Bolognini
Manifestación anarquista en Roma (Feb 2008) | © Stefano Bolognini

En febrero de este año, los Servicios de Inteligencia italianos, que gozan de una fama discreta entre sus colegas, presentaron un informe que de alguna forma preanunciaba lo que había de ocurrir después.

Los movimientos subversivos italianos, y en particular los anarquistas, escribieron los «007» italianos, son la «principal amenaza” pues se están organizando para dar una respuesta unitaria, con lo cual es imposible descartar una deriva violenta.

“Según la pesquisas realizadas se considera el empeoramiento de la crisis económica y las medidas adoptadas a nivel nacional e internacional (…) una circunstancia favorable para que cuajen los esquemas sobre los que se quiere aunar y radicalizar el malestar social”, detallaron los Servicios Secretos para la Seguridad Interna (AISI, por sus siglas en italiano) y los de Seguridad Externa (AISE), de acuerdo a un informe al que tuvo acceso este diario.

Con lo cual, afirmaban, contrariamente a la fragmentación y división que han caracterizado a estos movimientos en Italia a principios de este siglo, ahora se registra la creación de “comités de coordinación” y “plataformas transversales” que tienen como fin dar “un significado político común” a la protesta.

Este lenguaje diplomático y circunspecto, típico de las agencias de inteligencia, anticipó así el más grave y preocupante de los actos realizados por un grupo subversivo contra una persona en las últimas décadas, es decir desde el fin de la época terrorista que afectó a Italia en los años 60 y 70, los llamados «años de Plomo». Se trató del atentado contra Roberto Adinolfi, de 59 años y presidente de Ansaldo Nucleare, especializada en la fabricación de reactores atómicos, quien fue herido el pasado 7 de mayo por un disparo a plena luz del día y en una calle en la ciudad de Génova, en el noroeste del país.

El atentado, que fue reivindicado días después por la célula italiana Olga de la Federación Anárquica Informal (FAI), no sólo provocó la indignación de las autoridades, sino que puso en marcha un inédito operativo integrado por unos 25.000 agentes y coordinado por el supercomisario Gianni de Gennaro, exjefe de la Policía y excoordinador del departamento para el intercambio de información entre AISI y AISE.

El motivo fue que, de acuerdo con los datos facilitados por el Ministerio de Interior de Italia (MAE), en este país habría 14.000 sitios y 550 personas que corren el riesgo de ser objeto de atentados terroristas.

«El Comité Nacional del Orden y de la Seguridad Pública analizó la situación en todo el territorio nacional, tras el atentado contra Roberto Adinolfi y numerosas sedes de Equitalia (la agencia de recaudación de impuestos) y (…) ha confirmado la exigencia de mantener alto el nivel de atención y de vigilancia, reforzando los dispositivos de seguridad hacia objetivos sensibles y de personas expuestas a riesgo específico”, puntualizó el 17 de mayo el MAE.

Vínculos europeos

Posteriormente, el 23 de mayo, el director de AISI, Giorgio Piccirillo, se presentó ante el Parlamento italiano con informaciones nuevas, que apuntaban a que los anarquistas italianos no sólo tendrían vínculos con otros grupos europeos similares, sino que también estarían preparando nuevos atentados en Italia y en Grecia.

«Los anarquistas se están reorganizando. Pero es imposible dar números (…) En breve, tendremos más indicios», dijo Piccirillo, quien agregó que un grupo de los anarquistas está haciendo «un salto de calidad», pasando de una organización más espontánea a una más estructurada. En esta misma línea se situó la alarma lanzada por el Presidente italiano, Giorgio Napolitano, quien dijo que «no es posible descartar que incluso se pueda tratar de un retorno salvaje a la violencia terrorista (de los 60 y 70)», los llamados años de Plomo. Algunos grupos anarquistas pasan de una organización más espontánea a una más estructurada.

Pese a que la comparación aún está hoy lejos de reflejar todos los matices de la situación actual, dado que en aquellos años se mezcló terrorismo de extrema izquierda, de derecha y la acción de agentes desviados del Estado, el llamamiento de Napolitano no sorprendió a los observadores.

«Desde hace un tiempo ya se generó un enérgico debate dentro de los anarquistas italianos. Y esto ocurrió porque algunos de los integrantes más jóvenes han reclamado pasar de la teoría a la lucha activa», dijo a este medio el criminológo Giulio Vasaturo. «Estos jóvenes, que están rompiendo con la vieja guardia, no tienen un profundo conocimiento de la ideología anarquista pero sí una gran capacidad de organización y lazos con otros grupos en España y en Grecia», agregó.

Uno de los más recientes indicios, según Vasaturo, está en el texto de revindicación de la célula Olga. «En este texto, en particular en la parte en la que se cita a Mijaíl Aleksándrovich Bakunin (filosofo ruso, uno de los padres del pensamiento anarquista), hay fragmentos que nosotros los investigadores creemos que han escrito personas no italianas», agregó el experto, que analizó el documento.

El fenómeno, claro está, no preocupa sólo a Italia. Con motivo de la cumbre del Banco Central Europeo que se celebró en Barcelona los días 2,3 y 4 de mayo, España restableció durante siete días sus fronteras con Francia para evitar la entrada de elementos antisistema y anarquistas. El plan estudiado por el Ministerio del Interior español, que dirige Jorge Fernández, fue puesto en marcha argumentando «informes» en los que se señalaba la intención de llegar a España de grupos de este tipo, en particular procedentes de Italia y de Grecia.

Por su parte, los observadores griegos también son conscientes de la conexión España, Italia, Grecia. “La cuestión es que el jefe ideológico del movimiento anarquista europeo es un setentón siciliano llamado Alfredo Bonanno, que escribió un libro que se vende en las librerías del barrio ateniense Exarjia. Tras ser arrestado por robo en Grecia en 2009, fue liberado por su avanzada edad y hoy vive en Trieste”, explicó el periodista y escritor griego Dimitri Deliolanes, autor del libro «Como en Grecia».

Según Deliolanes, el movimiento anarquista griego está resurgiendo después de la desarticulación del grupo Lucha Popular Revolucionaria (ELA, por sus siglas en griego), que desapareció en 1995 (tras unos 200 atentados y dos asesinatos políticos desde 1976), y del movimiento 17 de Noviembre, en 2002. De hecho, tras una etapa de inactividad en la que las autoridades griegas subestimaron la capacidad para reorganizarse del movimiento, hoy día al menos tres organizaciones mantienen de nuevo en vilo a Atenas: Lucha Revolucionaria, Secta Revolucionaria y Conspiración de los Núcleos de Fuego. Este último es “el más ligado a los italianos”, dice Deliolanes.

«Si tuviera que dividirlos por especialidad diría que los anarquistas italianos están más vinculados con el tema medioambiental, véase su participación en los choques por la línea ferroviaria para el tren de alta velocidad (TAV) que va de Turín, en Italia, a Lyon, en Francia. Mientras que los españoles están más involucrados en la defensa de los presos y los griegos con la cuestión económica», detalló, por su parte, Vasaturo.

Autogestionarios

En este sentido, los anarquistas europeos son herederos de décadas de resistencia juvenil, como los autogestionarios y los antisistema de la extrema izquierda, aunque estos dos grupos no están siempre en sintonía y actúan conjuntamente. Los grupos autogestionarios y los antisistema de la extrema izquierda no están siempre en sintonía

Una síntesis de cómo se mueven y actúan estos movimientos la dieron los incidentes de febrero y marzo pasados con motivo de la protesta contra la TAV en Val di Susa. Entre los manifestantes se distinguían dos grupos relativamente bien definidos. Por un lado, los pacifistas, los ecologistas y los jóvenes de tradición marxista. Por el otro, los anarquistas, que se reconocían por sus prendas negras y que fueron los que se enfrentaron abiertamente y sin medios a la policía. Tan solo el 29 de febrero el saldo fue de 29 heridos y hubo numerosos detenidos.

“Anarquistas y autogestionarios demostraron de lo que son capaces en varias ocasiones. El 15 de octubre del año pasado, por ejemplo, Roma se transformó en un campo de batalla durante la primera jornada mundial de los indignados”, argumentó Deliolanes. Sin embargo, los autogestionarios disienten. «Es una instrumentalización política que pretende enturbiar las aguas. Además, nosotros tenemos mucho menos fuerza de lo que dicen”, explicó un líder autogestionario de Roma que prefirió el anonimato.

Eso sí, según la mayoría de los expertos, tanto los anarquistas como los autogestionarios y los antisistema no pretenden provocar muertes, como ocurría en la Italia de la década de los 70 del pasado siglo con otros grupos subversivos como las extintas Brigadas Rojas. “Su fin, en todo caso, no es matar, sino, a lo sumo, herir a alguno y, claro está, llamar la atención”, explicó el analista geopolítico Alessandro Politi, quien, aun así, admite que estos movimientos se están revitalizando tras el debilitamiento que sufrieron tras la dura represión policial que culminó con la reunión del G-8 en Génova de 2001.

En síntesis: aunque ambos truenen contra los poderes fácticos del capitalismo, las alianzas -tantos las entre grupos de diferente nacionalidad, como las entre los dos diferentes movimientos, anarquistas y autogestionarios- se dan, de momento, sólo esporádicamente y cuando surge algún ‘enemigo’ en común.

Radicalización

Lo que, en cambio, es innegable es que la acción de los anarquistas italianos ha ido radicalizándose desde la aparición de la FAI en 2003. Es decir, mucho antes del atentado contra Adinolfi.

En 2009, por ejemplo, un paquete bomba fue enviado a un centro de expulsión de inmigrantes de la región Friuli-Venecia Julia y otro llegó a la universidad económica Bocconi, de Milán. En 2010, la misma suerte le tocó a la sede milanesa del partido xenófobo Liga Norte y, posteriormente, a las embajadas de Chile, Grecia y Suiza en Roma.

Y en 2011 se produjeron al menos otros tres atentados, en uno de los cuales resultó herido de gravedad un oficial del comando de paracaidistas Folgore, en la localidad de Livorno.

Esto se debe, según la policía y los expertos, básicamente a dos factores predominantes: el caos en el que está sumido el sistema político europeo y, claro está, la crisis económica, agravada por unas medidas de austeridad «que han roto el pacto social que existía entre los trabajadores y la clase empresarial en Europa, reavivando así la ira de los subversivos «, argumentó Deliolanes.