Niccolò Ammaniti
«Los libros han explicado la Italia actual mejor que el cine»
Alejandro Luque
Aunque en sus libros no falta la ironía, Ammaniti es un hombre serio, más de lo que suele ser propio a los escritores de su edad. Algo que parecen subrayar incluso las gafas que lleva prendidas, prudentemente, de un hilo asegurador. Romano de 1966, este autor ha intentado varias veces el asalto al mercado editorial español, pero hasta ahora no lo ha logrado del todo.
Tal vez el hecho de que todo un Bertolucci haya llevado al cine su novela Tú y yo suponga su espaldarazo definitivo, un empujón que viene a sumarse a otras obras llevadas a la pantalla grande, como Yo no tengo miedo o Como Dios manda, ambas de la mano del director Gabriele Salvatores.
Un tanto lacónico durante la entrevista, en contraste con la viveza de su prosa, Niccolò Ammaniti representa en todo caso a una nueva generación de escritores italianos, la que dio el estirón en los años turbios de Berlusconi, la que está llamada a contar ahora el país en crisis.
Me gustaría que empezara recordando el momento en que se sintió escritor por primera vez, ¿recuerda cuándo le llegó esa certeza?
La certeza no te la das tú mismo, sino los demás. Creo que la verdadera seguridad de que eres escritor llega cuando ves que tus libros los lee la gente, se los aconsejan unos a otros, y en ese punto pasas a ser una referencia para las personas. Es ahí, entonces, cuando se puede decir que eres escritor.
¿Cómo era empezar a escribir para su generación, después de grandes maestros como Sciascia, Calvino o Pasolini?
En medio ha habido otra promoción, en realidad; la generación de escritores que ahora anda por los cincuenta años, y que son [Alessandro] Baricco, Sandro Veronesi, [Andrea] De Carlo, [Marco] Lodoli, autores que tenían un lenguaje diferente. Yo, en cambio, tenía muy poca idea de lo que significaba la literatura italiana, porque leía otras cosas, y por lo tanto no me confronté a ellos.
¿Tiene alguna fórmula regular para escribir: una época del año, un lugar…?
Soy absolutamente anárquico. Cuando empiezo, empiezo. Puedo escribir en casa o en cualquier parte. Eso sí, cada novela tiene su propio contexto.
Escribió un libro a medias con su padre. ¿Cómo fue la relación entre los hombres de la posguerra y los hijos nacidos en los años 60, que por lo general son los protagonistas de sus novelas?
Era una situación en la que se imaginaba que todo mejoraría. En la posguerra, a finales de los años 50, comenzó un boom económico que hizo que muchas personas pensaran que sus hijos podrían tener una vida mucho mejor que la que tuvieron ellos. Por eso, muchas personas que vivían en el campo soñaban con que sus hijos fueran a la ciudad a convertirse en abogados, médicos… Hubo un pequeño movimiento migratorio del campo a la ciudad. Los hijos adquirieron una gran responsabilidad, porque tenían que sostener la situación económica de la familia. El problema es que ahora los padres saben que la vida de sus hijos será peor que la que tuvieron ellos, al menos por un período largo de tiempo. Es dramático, porque tener la certeza de no poder superar a tus padres, en países como Italia o España, crea depresión e incapacidad de crecer, también. El crecimiento no es sólo un crecimiento económico, sino también un crecimiento mental.
Algunos escritores piensan que se escribe la misma novela toda la vida. Usted, en cambio, prefiere no pasar dos veces por el mismo sitio, ¿no es así?
Mi idea es no pasar por el mismo sitio y, sin embargo, después siempre acabo haciéndolo. De todas formas, soy siempre el mismo y la construcción de los personajes es idéntica. Después, obviamente, las historias y las situaciones cambian, aunque a mí me gusta mantener un estilo diferente en cada una de ellas. No sé si has leído Que empiece la fiesta, pero es una especie de cuento, de comedia horroroso-grotesca, y en cambio es un libro mucho más intimista que los otros, hecho de pocas cosas. Por lo tanto, son dos formas de ver la realidad que me pertenecen y que a menudo se alternan.
La literatura italiana en los últimos años se ha acercado mucho al cine. ¿Qué cree que ha contado mejor la Italia de hoy, los libros o las películas?
Creo que los libros, porque son más libres, cuestan poco, se hacen antes de ser comprados. Y en cambio las películas, la mayoría de las veces, se hacen como una inversión que exige que alguien debe creer en ti, y no sólo eso, sino también que decide cómo debes hacer tú las cosas. Esto hace que existan recetas para hacer películas, cosa que no ocurre con los libros. El cine resulta un arte más programado que la literatura. Y en consecuencia, la literatura ha contado mucho mejor la Italia actual.
Dentro de la literatura, ¿qué escritores le gustan como retratistas de esta Italia?
Pienso en Francesco Piccolo, pienso en Tiziano Scarpa. Y en Aldo Nove, Antonella Lattanzi, Sandro Veronesi.
Bertolucci, que ha llevado al cine otra novela suya, Yo y tú, ¿era uno de sus cineastas favoritos?
Sí, ha hecho muchas películas que me han conmovido. El que más me gustó fue El último emperador, que era precioso porque contaba la soledad de un niño que no podía estar solo nunca.
Más o menos como el protagonista de Yo y tú…
Él consigue estar solo, al menos un poco; pero en la película era realmente duro lo que te esperaba, algo que te destruía, y eso me parecía muy interesante. Aquella película tenía un argumento que me cautivó.
Todo lo que se escribió contra Berlusconi no sirvió para apearlo del poder. Esto cuestiona el poder real de la palabra, el poder de los escritores para cambiar la realidad, ¿no?
Los escritores no cambian el mundo con las palabras, en todo caso cambian la mente de las personas. Es más, sólo de algunas personas. Pueden hacer entender algunas cosas, porque el mundo no está sólo compuesto de pensamientos, sino también de hechos.Y lo que ocurrió con Berlusconi es que no había hecho nada durante diez años e Italia, lentamente, desde el silencio, veía que con su actitud estaba llegando a su fin, se estaba hundiendo. Y a un cierto punto nos dimos cuenta de que en esa situación, o se cambiaba a Berlusconi o se moría, y así es como Berlusconi ha tenido que marcharse. No han sido las palabras sino los hechos que él no ha cumplido. Sus intereses eran sus propios asuntos, en lugar de los asuntos de Italia.
Ahora, ¿la figura de Berlusconi se ha esfumado, o sigue estando presente de algún modo?
Es como si no existiese más, como si hubiera sido olvidado, y esto en cierta manera es grave porque, a pesar de todo, tiene su culpa…
¿Y debería responder por ella, no?
Verás, Berlusconi ha estado mal visto por los italianos. No es que haya sido un dictador, alguien que ha quitado la democracia y la libertad a los italianos; es que estaba mucho más preocupado por sus problemas que por los de los ciudadanos. En ese sentido, la culpa es de quienes lo han votado, no suya…
Su novela Que empiece la fiesta, ¿ha ayudado a la conservación de la Villa Ada, que le sirvió de escenario?
No, no. Además, este invierno ha habido una gran nevada y la ha destruido completamente. Los árboles estaban ya en mal estado, y cuando ha llegado la nieve se han desplomado todos. Hay una asociación a favor del parque, pero hay poco dinero para hacer cosas…
¿El último affaire del Vaticano, con sus intrigas y filtraciones, es la prueba de que la realidad siempre supera a la ficción?
No creo que la historia del Vaticano parezca imposible. Siempre se ha hablado de la corrupción de la Iglesia. Hace milenios había Papas que tenían hijos, siempre hemos sabido que era así…
Es como volver a una novela que ya has leído.
Sí, como algo leído en los libros del colegio.
Y esa otra novela de intriga, el escándalo de corrupción en el fútbol italiano, ¿cómo cree que acabará?
No lo sé, no soy un experto en fútbol. No sé si cambiará la situación, quizás les entre miedo y no hagan más cosas de ese estilo, pero no soy un entendido en la materia. No me atrevo a darte una respuesta a esta pregunta…
Siempre será difícil averiguar cómo será el próximo libro de Ammaniti, pero tenemos que preguntarlo. ¿Cómo será su próxima novela?
No te lo puedo decir, porque te tengo que sorprender.