Entrevista

Loquillo

«Lo que me preocupa de Cataluña son los recortes sociales»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 6 minutos
Loquillo |  © Warners Music (cedida)
Loquillo | © Warners Music (cedida)

Si de algo ha presumido a lo largo de su dilatada carrera José María Sanz Beltrán (Barcelona, 1960), más conocido como Loquillo, ha sido de hablar con claridad y de ser estrictamente fiel al rock’n’roll. Ambas características vuelven a hacerse patentes en el nuevo trabajo del cantante, La nave de los locos, donde vuelve a colaborar con su cómplice de primera juventud, el compositor y músico Sabino Méndez, y saca una vez más músculo rockero: los tiempos, opina de un modo tajante, no están para blandenguerías.

Sin pelos en la lengua, tampoco, a la hora de abordar controversias políticas, Loquillo se ha mostrado tradicionalmente contrario a las políticas lingüísticas de la comunidad que le vio nacer y donde ha vivido siempre, y ahora denuncia que la campaña secesionista de CiU no es más que “una cortina de humo” de corte populista para esconder los injustos rigores económicos que se están imponiendo desde la Generalitat.  Al otro lado del teléfono, el músico apenas se da un respiro para responder a las preguntas. Recoge el guante y dispara.

Acabo de ver el clip del primer sencillo, Contento, y me ha parecido una buena forma de poner buena cara al mal tiempo…
Ésa es la idea que tenía el director, Óscar Aibar, y creo que ha acertado de pleno. Buscábamos una actitud ante la depre general que nos rodea por todas partes.

Y, al mismo tiempo, el disco no deja de lado la rabia y la indignación, que también está en la calle, ¿no?
El disco es una respuesta moral a todo lo que está pasando. Sabino y yo siempre hemos sido de los que les gusta dar en la diana y meter el dedo en el ojo. Llevábamos 24 años sin trabajar juntos, y las letras recorren de algún modo esos 24 años, porque las hay de épocas diferentes, incluso de las que Sabino ha tocado con su grupo, Montaña. Pero es curioso que hasta las más antiguas coinciden en hablar de lo que está sucediendo, lo cual demuestra que cuando una canción es buena, sirve para todos los momentos.

El rock, ¿estaba dormido en las dos últimas décadas?
Simplemente el pop había alcanzado todas las posiciones, y el rock había quedado defenestrado por los medios y por las emisoras con un par de excepciones. No existía, todo era indie, había que ser el más ultra-super-indie. Pero eso se ha terminado: en los tiempos difíciles, el rock siempre da un paso hacia delante.

¿Cómo ha cambiado su compañero Sabino, después de la experiencia literaria y del trago de tener que recuperar el crédito de la SGAE?
Hemos cambiado todo, ¡si no fuera así, qué aburrimiento! Tanto Sabino como yo, siempre hemos sido personas audaces y sin miedo a los cambios. Teníamos mucho que hacer y aprender. Y Sabino, después de estos años, está donde quiere estar. Y lo que ha hecho en un momento determinado, que ha sido dar la cara y limpiar una sociedad como la SGAE, es algo que tenemos que agradecerle mucho todos. Ha sido una labor imprescindible para entender qué es la Sociedad de Autores.

Volvamos a La nave de los locos, ¿Dónde ha trabajado también con viejos conocidos, como Jaime Stinus. ¿Como ha sido el proceso?
Ha sido un disco urgente y rápido. En nueve días, todos a la puta calle. Ensayábamos por la mañana y grabábamos por la tarde. Con Jaime llevamos muchos años trabajando juntos, y sabemos hacer un disco coral, como el último que hicimos con Luis Alberto de Cuenca: compositor, cantante y banda. Son proyectos generosos, en los que cada uno aporta su parte.

¿Sabe ya cómo serán los directos?
Empezaremos la gira a finales de enero, aunque haremos algunos partidos de pretemporada… Pero nos gusta hacer las cosas con sentido y separar los discos de las giras. Ahora estamos concentrados con el disco.

¿Qué ha aportado la experiencia con la poesía al rockero Loquillo?
Desde que empecé a trabajar con poemas, en el 94, hemos hecho cuatro proyectos —La vida por delante, Con elegancia, Mujeres en pie de guerra y Balmoral—, y es algo que seguiremos haciendo. Lo necesito, la poesía es parte de mi piel y de mi ADN. Lo que sí teníamos claro es que, aunque haya grupos de pop haciendo determinadas cosas, a un teatro no puedes ir con cuatro acústicas, amigo. Hay que cambiar de tercio y llevar un espectáculo decente. Al teatro no se va a hacer rock, son dos cosas diferentes. Ahora la bestia vuelve a rugir y necesita rock and roll.

¿Hay algún poeta que se le resista, o que esté esperando su momento?
Me gustaría hacer algo con Julio Martínez Mesanza. Esa poesía medievalizada me pone mucho [risas].Si no para un disco completo, me gustaría al menos musicar varios textos suyos.

Es inevitable hablar de Cataluña, ¿cómo está viviendo esa renovada ola independentista?
Intento que no me afecte, la entiendo como un negocio, pero no es mi negocio. Me dedico a hacer música, y aunque no puedes darle la espalda a la realidad, me acuerdo de que hace unos años hubo algo parecido, y Pujol y Aznar lo resolvieron dándose la mano en un hotel de Barcelona. Pacto del Majestic, creo que lo llamaron. A mí lo que me interesan son los recortes sociales y al Estado de Bienestar. La gente puede votar y decidir lo que quiera, pero al día siguiente de votar si quiere o no independencia seguiremos teniendo 600.000 parados en Cataluña, y en España cinco millones. Lo demás son cortinas de humo.

Le invito, para terminar, a invitar al público a embarcarse en La nave de los locos. ¿Qué van a encontrar?
Se van a encontrar con un disco de rock and roll total, que va de lo más clásico a lo más contemporáneo. No es un disco nostálgico ni nada parecido, sino un trabajo del siglo XXI hecho por dos veteranos del rock and roll. Un disco arriesgado y propio de los tiempos que corren.

A propósito de eso, le he visto con una camiseta donde se leía: Soy un icono de los años 80. ¿Cómo lleva esa responsabilidad?
[Risas]  Bueno, creo que uno debe reírse un poco de sí mismo, a estas edades. Me aburre bastante todo ese rollo, esa insistencia en los 80. Me gusta que haya un reflejo de aquellas canciones, pero por favor, miremos un poco hacia delante.