Opinión

¡De una vez por todas!

Uri Avnery
Uri Avnery
· 10 minutos

El mantra de este enfrentamiento ha sido “De una vez por todas”.

“¡Tenemos que ponerle fin a esto (¿a los misiles, Hamás, los palestinos, los árabes?) de una vez por todas!” Este vehemente clamor puede oírse docenas de veces por televisión, emitido por los acosados habitantes de los pueblos y ciudades israelíes que han atacado en el sur.

Ha conseguido desplazar al eslogan prevalente durante varias décadas: “¡Pum y se acabó!”.

No ha funcionado en absoluto.

El gran ganador que emerge de entre las nubes es Hamás.

Hasta ese enfrentamiento, Hamás tenía una fuerte presencia en la Franja de Gaza, pero carecía prácticamente de categoría internacional. El rostro internacional del pueblo palestino era la Autoridad Nacional Palestina de Mahmud Abbas.

Pero ya no.

>“Columna de Nubes” le ha dado a Hamás un gran reconocimiento internacional

La operación Columna de Nubes le ha proporcionado al mini-Estado de Hamás en Gaza un amplio reconocimiento internacional. (“Columna de Nubes” es el nombre oficial en hebreo, aunque el portavoz del ejército ha decretado que el nombre en inglés, para los medios internacionales, debería ser “Columna de Defensa”). Los jefes de Estado y las comitivas de los demás dignatarios extranjeros han efectuado su peregrinación hasta la Franja.

Primero fue el poderoso e inmensamente rico emir de Catar, propietario de Aljazeera. Ha sido el primer jefe de Estado en entrar jamás en la Franja de Gaza. Luego vino el primer ministro egipcio, el ministro de Exteriores tunecino, el secretario de la Liga Árabe y el resto de ministros de Exteriores árabes (excepto el de Ramala).

En todas las deliberaciones diplomáticas, Gaza ha sido tratada como un Estado de facto, con un gobierno de facto (Hamás). Los medios israelíes no fueron la excepción. A los israelíes les ha quedado claro que cualquier acuerdo, de ser efectivo, debe llevarse a cabo con Hamás.

Entre el pueblo palestino, el prestigio de Hamás se encuentra por las nubes. La Franja de Gaza en solitario, que es más pequeña que un condado cualquiera de Norteamérica, le ha plantado cara a la poderosa maquinaria de guerra israelí, una de las más grandes y eficaces del mundo. No ha sucumbido. El resultado militar será, como mucho, un empate.

Y un empate entre la pequeña Gaza y la poderosa Israel significa que Gaza ha ganado.

Quién se acuerda ahora de la orgullosa declaración de Ehud Barak en mitad de la guerra: “¡No nos detendremos hasta que Hamás se arrodille y suplique un alto el fuego!”

¿Dónde deja eso a Mahmud Abbas? En realidad, en ningún sitio.

Para un simple palestino, ya sea de Nablus, Gaza o Beirut, el contraste es palmario. Hamás tiene coraje, es orgullosa y honrada, mientras que Fatah parece indefensa, sumisa y despreciada. El orgullo y el honor juegan un papel fundamental en la cultura árabe.

Tras más de medio siglo de humillaciones, cualquier palestino que se enfrente a la ocupación es un héroe para las masas árabes, tanto dentro como fuera del país. A Abbas se le identifica sólo con la estrecha cooperación de sus fuerzas de seguridad con el odiado ejército de ocupación israelí. Y el hecho más importante es que Abbas no tiene manera de demostrar que haya tenido alguna utilidad.

Si Abbas hubiera sacado algún logro político de sus esfuerzos, la situación podría ser diferente. Los palestinos son gente sensible, y si Abbas se hubiera acercado aunque fuera solo un paso más a un Estado palestino, la mayoría de ellos probablemente habrían pensado: “Quizá no sea muy carismático, pero al menos cumple sus promesas”.

Hamás está cosechando resultados, lo contrario que el pacífico Abbas

Pero está ocurriendo justo lo contrario. Es la violenta Hamás la que está cosechando resultados, mientras que el pacífico Abbas no está consiguiendo nada. Tal y como me comentó un palestino: “Él (Abbas) se lo ha dado todo (a los israelíes), paz y seguridad, y ¿qué ha conseguido a cambio? ¡Que le escupan en la cara!”.

Este enfrentamiento solo servirá para reforzar las convicciones palestinas fundamentales: “Los israelíes sólo comprenden el lenguaje de las armas” (los israelíes, por supuesto, dicen exactamente lo mismo de los palestinos).

Si al menos Estados Unidos hubiera permitido que Abbas consiguiese una resolución de la ONU reconociendo a Palestina como Estado no afiliado, podría haber intentado echarle cara a Hamás. Pero el Gobierno israelí está decidido a evitarlo a toda costa. La decisión de Barack Obama de obstaculizar los esfuerzos palestinos, incluso tras su reelección, es un apoyo directo a Hamás y un guantazo en la cara para los “moderados”. La superficial visita de Hillary Clinton a Ramala esta semana se ha contemplado bajo este contexto.

Si se mira desde fuera, esto parece una auténtica locura. ¿Por qué socavar a los “moderados” que quieren la paz y son capaces de conseguirla? ¿Por qué elevar a los “extremistas”, que se oponen a la paz?

La respuesta la expresa abiertamente Avigdor Lieberman, ahora el segundo de Netanyahu; quiere destruir a Abbas para así anexarse Cisjordania y abrirles el camino a los colonos.

Después de Hamás, el gran ganador ha sido Mohamed Morsi.

Es una historia casi increíble. Cuando a Morsi le eligieron como presidente de Egipto, los políticos israelíes se pusieron histéricos. ¡Qué calamidad! ¡Los extremistas islámicos se han apoderado de uno de los países árabes más importantes! ¡Nuestro tratado de paz con nuestro vecino más grande está a punto de irse al garete!

La reacción en Estados Unidos fue casi la misma.

Cuando Morsi fue elegido, los políticos israelíes estaban histéricos

Y ahora, menos de cuatro meses después, estamos pendientes de cada palabra que sale de la boca de Morsi. ¡Es el hombre que ha puesto fin a los asesinatos y a la destrucción! ¡Es el gran pacificador! ¡Es el único capaz de mediar entre Israel y Hamás! ¡Tiene que garantizar el alto el fuego!

¿Es esto posible? ¿Es este el mismo Morsi, la misma Hermandad Musulmana?

Morsi, de 61 años, es un completo novato en asuntos internacionales (Su nombre completo es Mohamed Morsi Isa al-Ayyad. Isa es la forma árabe de “Jesús”, a quien el islam considera un profeta). Y aun así, en estos momentos, todos los líderes mundiales tienen sus esperanzas depositadas en él.

Cuando le di la bienvenida de corazón a la Primavera Árabe, me vino gente como él a la mente. Ahora, casi todos los comentaristas, exgenerales y políticos israelíes que profirieron graves advertencias en aquellos momentos se dedican a alabar su éxito al conseguir un alto el fuego.

A lo largo de la operación hice lo que suelo hacer en estas situaciones: ir cambiando de manera constante entre Aljazeera y la televisión israelí. Algunas veces, cuando me distraigo, no estoy seguro de cuál de las dos estoy viendo.

Mujeres llorosas, heridos siendo trasladados, casas en ruinas, zapatos infantiles tirados por el suelo, familias haciendo las maletas y huyendo… Tanto en una como en la otra. Reflejos perfectos. Aunque, claro, las bajas palestinas han sido 30 veces superiores a las israelíes, en parte debido a los refugios y al increíble éxito de la intercepción de misiles de la “Cúpula de Hierro”, mientras que los palestinos estaban prácticamente indefensos.

Ahora que ha terminado, estamos casi en el mismo punto que antes

El miércoles me invitaron a exponer mis opiniones en el Canal 2 de la televisión israelí, el medio israelí más popular (y patriótico). Evidentemente, me retiraron la invitación en el último momento. Si hubiera llegado a estar en el aire, les habría hecho a mis compatriotas una simple pregunta.

¿Ha merecido la pena?

¿Todo el sufrimiento, los muertos, los heridos, la destrucción, las horas y días de terror, los niños traumatizados?

Y, añadiría, la incesante cobertura informativa de televisión, con legiones de ex generales apareciendo en pantalla y declamando el mensaje establecido por la oficina del primer ministro. Y las escalofriantes amenazas de políticos y algunos otros borricos, incluido el hijo de Ariel Sharon, quien propuso borrar del mapa barrios enteros de la Ciudad de Gaza, o aún mejor, la Franja al completo.

Ahora que todo eso ha terminado, estamos casi exactamente en el mismo punto que antes. La operación, a la que se refieren comúnmente en Israel como “otra ronda”, ha sido igual que ir en círculos, y nos ha llevado de nuevo al punto de partida.

Hamás mantendrá un férreo control sobre la Franja de Gaza, si no aún más férreo. Las gentes de Gaza odiarán a Israel aún más que antes. Muchos de los habitantes de Cisjordania, quienes durante la guerra se manifestaron a millares a favor de Hamás, votarán en números aún mayores a Hamás en las siguientes elecciones. Los votantes israelíes votarán dentro de dos meses igual que pensaban votar antes de que todo esto empezara.

Cada uno de los dos bandos se encuentra ahora mismo celebrando la gran victoria. Si organizasen una única celebración conjunta, se podría ahorrar mucho dinero.

¿Cuáles son las conclusiones políticas?

Los dos bandos celebran la victoria. Si lo hiciesen juntos, ahorrarían mucho dinero

La más obvia es que hay que hablar con Hamás. De manera directa, cara a cara.

Isaac Rabin me contó una vez cómo llegó a la conclusión de que había que dialogar con la OLP; tras años de oponerse a ello, se dio cuenta de que era la única fuerza que contaba. “Así que era una ridiculez hablar con ellos a través de intermediarios”.

Lo mismo pasa ahora con Hamás. Están aquí, y no se van a ir a ninguna parte. Es ridículo que los negociadores israelíes se sienten en una habitación del cuartel general de los servicios de inteligencia egipcios en El Cairo, mientras los negociadores de Hamás se sientan en otra habitación, a tan sólo unos metros, con los educados egipcios yendo de un sitio a otro.

Al mismo tiempo, deben impulsarse los esfuerzos por la paz. En serio.

Salven a Abbas. De momento, no tiene posible sustituto. Proporciónenle una victoria inmediata para equilibrar los logros de Hamás. Voten sí a la solicitud palestina de convertirse en un Estado en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Unan sus esfuerzos por la paz a los de todo el pueblo palestino, incluyendo a Fatah y a Hamás, para que podamos ponerle verdadero fin a la violencia.

¡De una vez por todas!