Opinión

Desfloraciones

Soumaya Naamane Guessous
Soumaya Naamane Guessous
· 11 minutos

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¡Hija, tu cuerpo no te pertenece, pertenece a tu esposo!

La niña está sometida desde su nacimiento a una educación represiva que tiene como objetivo conservarla intacta hasta la noche nupcial. La cultura y las prácticas derivadas imponen normas para maniatar el cuerpo y reprimir las pulsiones sexuales. Se retrata el cuerpo de la chica como un peligro latente para sí misma y para toda su familia.

Era posible exigir que las chicas permanecieran vírgenes cuando se les casaba a los 7 u 8 años o durante la adolescencia. Pero hoy, la edad media de las mujeres al contraer su primer matrimonio es de 29 años. ¡Ahí es difícil exigir abstinencia sexual! Los cambios sociales han aportado gran libertad a las chicas y las han sacado del recinto de su casa. Aunque la educación permanezca concentrada en torno a la virginidad, cuando las chicas abandonan el hogar escapan al control de sus familias.

Las chicas sueñan con el amor y muchas traspasan las prohibiciones en materia de sexo. Pero vivir la sexualidad no es sencillo en una sociedad en la que para la mayoría de los hombres es esencial que lleguen vírgenes al matrimonio.

Algunas veces las mujeres acompañantes exigen al médico que les muestre el himen de la novia

La agresión y el atentado a la dignidad comienzan cuando las futuras novias, acompañadas de una mujer de su familia y a veces, demás, de otra de la familia política, son conducidas al médico para que se les expida un certificado de virginidad. Algunas veces las mujeres acompañantes exigen al médico que les muestre el himen. ¡Y no faltan médicos que aceptan que estas mujeres metan la cabeza entre las piernas de la novia!

¡Tu sábana manchada de sangre exhibirás! El ritual de la desfloración lleva el nombre de dkhul o rwahe. Dkhul, la penetración, es el acto de la desfloración. Rwahe significa la partida de la novia hacia el hogar conyugal.
Teniendo en cuenta que el honor de la familia incumbe a todos hay que exhibir la prueba. El llamado ‘serual’, es decir la sábana manchada de sangre, da la vuelta al barrio, acompañada de cánticos y albórbolas. Esta práctica persiste aun en el campo si bien tiende a desaparecer en la ciudad.

Cada vez más jóvenes, hombres y mujeres, rechazan someterse a este ritual. “No nos incumbe más que a mi esposa y a mí. No soy un exhibicionista” dice Ali , 35 años. Pero a menudo la familia acaba por salirse con la suya. “Me negué, pero mi madre, furiosa, temía que la gente creyese que ya no era virgen”.

Las mujeres de la familia le separan los muslos  a la novia y atan cada pierna a un brazo

A pesar del rechazo de algunos jóvenes, la práctica persiste en la mayoría de las familias, aunque cada vez más discreta: “Mi serual estuvo expuesto en el salón, frente a las mujeres de mi familia política”. Nawal, 27 años, profesora. O bien en la habitación: “Mi madre dijo a mi suegra: Ven a contemplar el honor de tu hijo”. Malika, 35 años, peluquera.

Cuando la familia se ha liberado de esta tradición, la pareja no sufre coacción alguna.

¡Ay de ti si no te dejas rajar… en nombre del honor! La noche de bodas, que debería transcurrir supuestamente en el ámbito del amor y la dulzura y dar inicio a una luna de miel voluptuosa, es en realidad una violación conyugal.

El marido debe actuar con rapidez para demostrar su virilidad. Según la tradición debe conducir a la novia a una habitación, desnudarla y ordenarle que sea dócil, amenazándola con pegarla. Las novias pueden sufrir violencia por parte de las mujeres antes de la desfloración: ellas les separan los muslos y atan cada pierna a un brazo.

Los maridos reciben consejos: aplastar a la novia contra el suelo, colocarle las manos detrás de la espalda, cerrarle la boca…Y empujar fuerte, bruscamente, para reventar el himen y hacer brotar mucha sangre. Porque un himen desgarrado con dulzura y en varios actos no sangra, o muy poco.

Se ejecuta la desfloración con violencia, por maridos excitados por el acto y por las canciones de la audiencia que espera detrás de la puerta. Si la novia se resiste, la pueden pegar tanto el marido como las mujeres de su familia.

La sicosis de no sangrar, aunque no haya habido ninguna relación sexual previa, es inmensa

Estas prácticas todavía existen, sobre todo en el medio rural. En las ciudades van disminuyendo. Leila, 22 años, de Meknes: “Durante 18 meses estuve saliendo, sin practicar sexo, con un hombre de 31 años. Mi madre me llevó a hacerme un certificado de virginidad. En la habitación nupcial la madre de mi marido y su tía me maltrataron y me ataron una pierna al pie del armario y la otra al pie de la cama. Me dijeron que querían una virgen de verdad para su hijo, una campesina. Pero ya que su elección había sido otra, estaba obligado a sacar rápidamente el serual para que su familia no pusiese en duda mi virginidad. Mi marido se lanzó sobre mí como una bestia. Impedí que me violase. Me pegó, me escupió, me trató de puta. Se hizo un corte en el dedo con el objetivo de manchar la sábana. Al día siguiente me llevó al médico y éste confirmó mi virginidad, echándole en cara su violencia. A partir de ese momento fue más dulce. Pero puesto que yo estaba traumatizada hicimos el amor sin penetración. Quince días más tarde, su madre se enteró y me pegó, reprochándome que ya no fuera virgen. Me escapé a casa de mis padres”.

La sicosis de no sangrar, aunque no haya habido ninguna relación sexual previa, es inmensa, habida cuenta de las represalias. Cuántas mujeres sufren humillaciones y violencia física cuando el marido tiene un gatillazo. Las mujeres de la familia toman la habitación por asalto, las amenazan, las pegan. Cuando el novio es joven e inexperto, su madre o su tía pueden estar presentes en el momento de la desfloración.

La familia pidió al médico que hiciera una incisión para que hubiera más sangre en la sábana

A veces el médico recibe a la novia que no ha sangrado acompañada de su familia para un control de virginidad. La suegra exige ver el himen. Se pide al médico que haga una incisión en el himen para poder manchar la sábana de sangre. Algunas novias muestran signos de golpes o malos tratos. A veces el marido no es capaz y se le confía la desfloración al médico. Un médico de Casablanca recibió a una familia con una joven novia de 15 años que no había sangrado lo suficiente. ¡La familia pidió al médico que hiciera una incisión para que hubiera más sangre en la sábana!

Aunque entre las parejas jóvenes e instruidas la desfloración comience a realizarse con dulzura, en la mayoría de los casos se sigue produciendo de manera violenta.

¡Con violencia y dolor sangrarás…y lo recordarás! La novia es desflorada sin preliminares. Su vagina no segrega ningún líquido que la lubrifique y facilite la penetración.

La violencia se expresa a través del lenguaje: tkabha, htak-ha (la ha perforado), farga’ha (la ha reventado). Una violencia que puede incluso afectar al marido: en el pueblo de El Brouj, un novio de 20 años se suicidó después de haber desvirgado brutalmente a su mujer. No pudo soportar la visión de la sangre de la hemorragia o tuvo miedo de las consecuencias dramáticas de su acto.

En todo Marruecos, los hospitales y dispensarios reciben novias “reventadas” (ver el estudio La violación conyugal, Soumaya Naamane Guessous y Chakib Guessous, encargado por el Observatorio Marroquí de la violencia de género, 2010). Las víctimas son sobre todo jóvenes de edades comprendidas entre los 14 y 22 años.

Llegan a urgencias vistiendo su traje de novia, maquilladas, con las manos y pies decorados de henna, sangrando a mares. A veces en el medio rural se cura a la novia con plantas. Si la hemorragia persiste se le traslada al centro de salud en un estado lamentable. En ocasiones las novias llegan a los hospitales con infecciones.

Llegan a urgencias vistiendo su traje de novia, maquilladas, con manos y pies decorados de henna

Los desgarros varían dependiendo de la violencia de la desfloración. Las del perineo son habituales y requieren sutura. Los puntos de sutura se localizan en tres áreas, según su gravedad: cutáneas en lo que se refiere a las lesiones no profundas, que necesitan dos o tres puntos de sutura y una semana o dos de abstinencia sexual; musculares, con un desgarro medio que necesita entre 4 a 6 puntos de sutura y de dos a tres semanas de abstinencia; o de la mucosa, una lesión grave y profunda que requiere de una intervención quirúrgica severa y una convalecencia de entre uno a dos meses.

En ocasiones la pared que separa la vagina del recto se desgarra, lo que puede provocar la destrucción del esfínter. Si no se cura, la novia puede padecer, al margen del traumatismo y el sufrimiento, de incontinencia anal: los esfínteres no reciben órdenes y los excrementos salen. ¡Imaginemos el estado de la joven novia que grita de dolor y se contempla cubierta de excrementos!

La convalescencia es larga y dolorosa, entre uno y tres meses. El médico aconseja una alimentación líquida. Si hay estreñimiento hay riesgo de desgarro. Mientras la piel no cicatrice ir al baño se convierte en un suplicio. Las infecciones no son infrecuentes, sobre todo entre las poblaciones alejadas de los centros de salud. Un marido, si lo desea, puede disponer de su mujer, aunque tenga puntos de sutura. ¡Vuelta a la cirugía!

¡Esposa violada, tu violador no será castigado! Ni un solo caso ha sido objeto de una denuncia o de una acción judicial. Los profesionales de la salud consultados confirman que jamás han informado a las autoridades de estas violencias ya que suceden en el ámbito conyugal.

La desfloración es una violación que no está penalizada ya que se considera deber conyugal

El artículo 446 del Código Penal suprime el secreto médico de los profesionales de la salud si tienen conocimiento de violencias físicas o en caso de negligencia o hechos delictivos cometidos entre cónyuges. ¡Pero este artículo no es vinculante! Los profesionales de la salud no tienen la obligación de hacerlo. Incluso cuando se les cita a declarar ante la justicia por estas infracciones, tienen la libertad de facilitar o no su testimonio.

Los médicos deberían implicarse y denunciar las violaciones. La desfloración es una violación que no está penalizada. El artículo 486 del Código Penal define la violación como “el acto por el cual un hombre tiene relaciones sexuales con una mujer contra la voluntad de ésta”. De 5 a 10 años de cárcel o el doble si la víctima es menor de 18 años. Pero el artículo no menciona a la esposa. ¡No hay acto de violación entre marido y mujer ya que la sexualidad está considerada como un deber conyugal de la esposa para con su marido!

La esposa es una mujer y se debe penalizar a su marido ya que se trata de un acto de violencia conyugal, cometido con la complicidad de la sociedad que la enaltece y de la justicia que no la sanciona.

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