Opinión

Regreso a África

Imane Rachidi
Imane Rachidi
· 7 minutos

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Marruecos vuelve a la Unión Africana. Algunos se quedaron con cara de no entender nada. ¿Pero Marruecos no estaba en la UA, ese organismo que cubre el continente entero, por razones que se antojan más geográficas que políticas? Pues no. Se fue por un rebote que pilló en 1984 porque a la organización, que tiene sus cuarteles centrales en Addis Abeba, le dio por darle al Sáhara Occidental el reconocimiento de Estado, un estatus que Marruecos le niega de toda la vida. Eso fue un golpe bastante duro para Rabat, quien por activa y pasiva, contra viento y marea, deja claro que el Sáhara es y debe ser marroquí.

¿Por qué ese repentino movimiento iniciado ahora por el propio Marruecos? Porque fue Rabat quien solicitó expresamente volver a ocupar su asiento en la UA. Teniendo todavía de colega de mesa a la República Árabe Saharaui Democrática, la RASD. Los que si sabían que Rabat no estaba en la UA, sabían que ni por encima del cadáver del emir de los creyentes veríamos a un marroquí ocupando un espacio en una sala donde ondee la bandera cuatricolor de la RASD.

La Unión Africana es la única institución del mundo donde el Sáhara se califica como Estado

Las razones de su vuelta pueden ser varias, pero desde luego la primera es que Marruecos sabe que desde dentro del organismo si puede mover hilos y promover la expulsión de la RASD de la UA, y por consiguiente lograr una deslegitimación territorial del Sahara. La Unión Africana es la única institución del mundo donde el Sáhara se califica como Estado. Ni la ONU, ni la Liga Árabe, ni las decenas de organizaciones internacionales la consideran como tal. Es decir, es una espina clavada desde los ochenta y ya es hora de sacársela.

Convencer a sus colegas africanos no será muy complicado. El rey Mohamed VI ha dedicado los últimos años a estrechar lazos, especialmente aquellos importantes (los económicos), con la mayoría de los países africanos. Visitas de Estado, reuniones, regalos, abrazos entre los líderes, etc. Movimientos que antes no se veían con frecuencia. “Total, qué puede aportarle África a Marruecos?”, pensaría más de uno. Puede aportarle un golpe diplomático a Argelia, su fiel enemigo.

La UA es una especie de espacio para hacer terapia de grupo, estilo alcohólicos anónimos

Ni de lejos imaginé que estas eran las intenciones del monarca cuando, al abrir un periódico marroquí tras otro durante los últimos dos años, lo que me encontraba eran artículos aburridos sobre los viajes del rey a Etiopía, Nigeria, Guinea, etc., donde se celebraban acuerdos económicos firmados entre empresas marroquíes e instituciones nacionales de esos países. Tampoco entendía bien lo que pasaba cuando hacía escala en Casablanca y la mayoría de los vuelos que veía en los paneles se dirigían a capitales de Estados africanos, más que a ciudades europeas. Ahora lo entiendo todo.

Porque, hablando en plata, la Unión Africana no sirve para absolutamente nada. La UA es una especie de espacio para hacer terapia de grupo, estilo alcohólicos anónimos o fans del Manga, donde los líderes africanos corruptos se respaldan y se animan unos a otros para seguir masacrando a su gente y matándolos de hambre mientras ellos se enriquecen con los recursos naturales de los que la madre África debería estar muy orgullosa.

Una institución de ese estilo no le aporta nada a Marruecos, un país que ya cuenta con España o Francia para las inversiones, los tratados de pesca, o los acuerdos en materia de seguridad o inmigración. Sí, ¿o quién os creéis que paga la represión a los que huyen del hambre en la África subsahariana y se encuentran con la valla de Melilla de frente y las mafias de las pateras? ¿la Unión Africana? Nunca he visto a dicha institución hablar de inmigración ni la pobreza.

También tiene el respaldo de, por ejemplo, la Liga Árabe, donde están los países del Golfo. Solo hay que darse un paseo por Tánger para ver de lo que sirve tener a Arabia Saudí como amigo. Y no solo hablo de la cantidad de niqabs que se ven andando por la ciudad. O las discotecas a pie de playa de las que solo quedan los escombros porque alguien ha decidido que un antro del mal, como un pub, debería estar bajo tierra (si, las famosas discotecas de Tánger van a ser reconstruidas a nivel subterráneo). Tampoco me refiero a las lujosas mezquitas que se han levantado de repente en diferentes picos de Tánger.

Volver a la Unión Africana es el paso simbólico previo a expulsar a la RASD

Hablo de la inversión saudí en el sector hotelero, en los planes de convertir el puerto de Tánger en el mayor del Mediterráneo, de las veces que se han cortado los accesos a la ciudad porque uno de los príncipes de Al Saud salía de marcha esa noche. El dinero saudí sí que hace que valga la pena estar en la Liga Árabe. Pero… ¿en la Unión Africana?

Volver a la UA es el paso simbólico previo a expulsar a la RASD. A estas alturas del cuento, si los africanos tuvieran que elegir, se quedarían con Marruecos. En términos económicos y de utilidad, digo. Como he dicho antes, a la UA no le interesan las reivindicaciones humanitarias ni la situación de los saharauis. Ahora, desde dentro de esa institución, empieza un trabajo –que no tildaría de arduo- en el que Rabat volverá a reinar en África, mientras que Argelia se lo come con patatas.

“Cuando alguien está enfermo, es mejorar curarlo desde dentro del organismo que desde fuera”, dijo Mohamed VI en la conferencia, en julio pasado, en la que pidió la readmisión, usando su habitual y conocida capacidad de oratoria, para dejar claras sus intenciones. El rebote de “me hincho, me enfado y me voy”, no le sirvió de nada a Marruecos. Ya más madura, 33 años después, vuelve con fuerza y contando con un trabajado respaldo de África, para hacer las cosas como los adultos.

Ha sido un juego inteligente: si no puedes con tu enemigo, únete a él. Con la diplomacia se ha ganado poco a poco el favor de los líderes africanos, y ya sabemos que en nuestros tiempos, nada es gratis. Ahora le toca a la UA, desde dentro, demostrarle a Marruecos quién ha ganado la jugada y quién es el más fuerte. Rabat lo tiene claro: quien ríe el último, ríe mejor. La RASD ahí sigue, tan inútil y simbólica como siempre ha sido. ¿Y los saharauis? Pues ahí siguen también. ¡A quién le importa!

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