Entrevista

Carme Riera

«El lenguaje no es inocente, ni la mirada lo es»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 7 minutos
Carme Riera (Sevilla, 2018) | © Sara Buzón

Sevilla | Mayo 2018

Después de prometer tras Naturaleza casi muerta que no reincidiría en el género negro, Carme Riera (Palma de Mallorca, 1948) acaba de publicar en Alfaguara una novela que ella define como «gris», titulada Vengaré tu muerte. Corrupción, violencia de género y pederastia son algunos de los temas que se tocan en esta obra protagonizada por la ex detective privada Elena Martínez. La última vez que conversamos con ella, estaba a punto de ser nombrada Académica de la Lengua. Ahora se alegra de haber sido elegida, aunque confiesa que “trabajo una barbaridad”.

Hace algún tiempo hablamos de las diferencias entre la novela negra mediterránea y la nórdica, también muy exitosa. El griego Petros Markaris suele decir que la principal es que nosotros comemos muchos mejor, ¿lo suscribe?

Creo que sí. En Naturaleza casi muerta hay una receta, un gazpacho verde que no sé si aquí en Andalucía me atrevería a animaros a hacer… Nada que ver con el ajoblanco, que es maravilloso: este lo probé para adelgazar, si quieres que te sea sincera, está hecho con mucho perejil.

¿Cree que el estómago puede determinar nuestra identidad más que otros factores?

«Las mafias sicilianas, marsellesas, se relacionan con el Sur. Pero corrupción en el norte hay»

Ya don Juan Valera, de Cabra si no recuerdo mal, decía que los españoles de su época eran burros porque estaban alimentados con garbanzos, no sé si tenía razón o no… Y Grande Covián aseguraba que somos lo que comemos. Mi abuelo, que era un tipo estupendo, decía que lo forma de volverte exquisito era comer mucha langosta. [risas]

En su novela también hay episodios de corrupción. ¿Cree que puede ser otro distintivo meridional?

Hombre, yo creo que no, en las sociedades suecas y danesas también hay…

¿Y la corrupción impune…?

La impunidad más, fíjate. Las mafias sicilianas, marsellesas, se relacionan siempre con el Sur, algo tendrá que ver. Pero corrupción en el norte hay, y amigos míos de Suecia y Noruega me cuentan que no son tan puras las sociedades de esos lugares, aunque las tengamos como los más maravillosos del mundo.

¿Tienen solo mejor márketing?

Exactamente.

Cuando apareció Crematorio, la novela de Chirbes, daba la sensación de que la literatura española había estado mirando para otro lado demasiado tiempo. ¿Tal vez como la propia sociedad?

«La literatura a veces va por delante de su tiempo, pero otras por detrás»

No sé si la literatura ha permanecido demasiado tiempo, como la sociedad, mirando hacia otro lado antes de ocuparse de asuntos como estos, pero lo cierto es que para escribir sobre la realidad también hace falta una cierta distancia. Chirbes fue el primero, pero habrá más. Es lo mismo que sucedió con la novela histórica…

¿No siempre puede la literatura ir por delante de estos temas?

A veces sí, a veces no. Sucedió, como decía, con la memoria histórica, que hubo un boom de libros sobre el tema, pero después de que Zapatero lo pusiera como objetivo de su gobierno. La literatura a veces va por delante de su tiempo, pero otras por detrás. La corrupción, que todavía sigue y es inmediato, requerirá aún más perspectiva.

¿Qué le interesó en concreto de la corrupción, el alma del corrupto o su contexto?

En mi caso, quise hacer una radiografía de la sociedad, la porquería está como telón de fondo, pero se trata de un caso policíaco. A partir de ese caso concreto que mi personaje debe investigar, me ocupo de asuntos como este de la corrupción o de la pederastia.

La pederastia y la violencia de género, que ya están en el debate público, ¿son los próximos retos de los escritores españoles?

Creo que todavía hay muchas cosas de las que hablar en literatura, como la violencia machista, aunque es algo que está en El mancebo que casó con mujer brava, ¿no hay maltrato que yo explicaba en clase, y mucho antes, en Las metamorfosis de Ovidio. ¿No es una violación lo que sucede entre Daphne y Apolo? Hay infinitos casos. Lo que pasa es que antes estábamos acostumbrados a esas cosas, era así y no pasaba nada.

Yo me he preguntado alguna vez si nadie le preguntó a Aldonza Lorenzo qué le parecía que un señor fuera por ahí fajándose con todo el mundo en su nombre…

Bueno, él se la inventó, “por ella tengo vida y ser”. Es un invento maravilloso que hace el loco de don Quijote. Ahora, si fuera la de verdad, claro…

Se habla a menudo de la escasa representación femenina de la RAE. ¿Tiene sensación de formar parte de una aplastante minoría?

«De nada sirve que un político diga ‘compañeras y compañeros’  si luego no hace políticas para la igualdad»

No tengo esa sensación, al contrario. En la Junta por ejemplo hay tres, casi con paridad. Sí es necesario que haya más mujeres, no por ser mujeres, sino porque tienen tanta valía como los hombres. Intenté que entrara Rosa Montero, que sería una académica estupenda, pero no ha podido ser.

¿Cree que hay una parte de la riqueza del lenguaje si solo se nombra el mundo desde la voz masculina?

Os necesitamos también a los hombres con nosotras para cambiar la realidad. Una vez que lo consigamos, todo lo demás se dará por añadidura. De nada sirve que un político diga veinte veces ‘compañeras y compañeros’ durante un discurso, si luego no hace políticas para la igualdad, para que hombres y mujeres ganemos lo mismo. Eso es una tomadura de pelo. Cuando consigamos la igualdad, el lenguaje lo reflejará. Dicho esto, cuando Octavio Paz dice ‘El hombre es hombre por la palabra’, yo suelo cambiarlo por ‘La persona es persona por la palabra’, resulta muchísimo más adecuado.

¿Hay una extrema susceptibilidad con esto, se ha vuelto el lenguaje un campo de batalla?

«Es más importante el cambio de la realidad que llenarse la boca de palabras para contentarnos»

Lo es. Fíjate que la RAE trabaja con las palabras por el uso, los diccionarios son panhispánicos de uso, y si las palabras se usan, entrarán sin duda. ¿Cuál sería la referencia? La cantidad de referentes que tenemos, tanto en los periódicos y los libros como el habla cotidiana. Hay otras palabras que también se van a dormir al diccionario histórico. El lenguaje no es inocente, ni la mirada lo es… Por eso es para mí más importante el cambio de la realidad, que llenarse la boca de palabras para contentarnos no se sabe a quién, porque las mujeres no somos tontas.

¿Esperaba que ocurriera en Cataluña todo lo que ha pasado?

Jamás. No esperaba que un político como Puigdemont pudiera cargarse el estatut, nunca logré imaginarlo. Respeto absolutamente a los que quieren la independencia, pero siempre por cauces legales.

¿Cómo ha vivido todo esto?

Mal, con mucho dolor, mucha tristeza. Sintiendo que haya personas en la cárcel, que esté el 155, que fue Puigdemont quien lo provocó.

Se traduce a sí misma. Hace unos días Llucía Ramis, que también lo hace, me dijo que casi escribe dos libros distintos cuando lo hace. ¿es su caso?

A veces pierdes con el cambio, a veces ganas. Yo estaba en este caso tan cansada que el final es un poco distinto. Escribo simultáneamente, una página y otra, el idioma es un cristal a través del cual miras el mundo, y no es el mismo mundo según la lengua.

¿No le produce un poco de esquizofrenia?

De aburrimiento: al final, como digo, ya no podía más.

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