Entrevista

Ghalia Benali

«Los políticos siempre trabajan con lo que separa a la gente»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 14 minutos
ghalia benali
Ghalia Benali (Ostende, 2019) | © Gh. Benali / Facebook oficial de la artista

 

Sevilla  |  Septiembre 2018

Al teléfono, su voz desnuda suena tan musical que casi no necesita de cuerdas ni percusiones. Tunecina de Matmata y de 1968, esta cantante de amplio espectro desembarcó en la escena musical de los 90 en pleno boom de las músicas del mundo, embarcándose desde entonces en múltiples proyectos, entre los que destacan Ghalia Benali sings Oum Kalthoum Romeo & Leila, una obra que juega con los títulos de la historia de amor más famosa de Europa —Romeo y Julieta— y la más adorada en la literatura árabe, Qays y Leila, también conocida como Leila y Maynún, eso sí, tres siglos anteriores a Shakespeare.

Ni los colores de su garganta ni su vistosa melena ondulada pasan desapercibidas cuando Ghalia Benali pisa las tablas. Y tampoco lo hizo en la pasada Bienal de Flamenco de Sevilla, cuando participó en el espectáculo Romances entre Oriente y Occidente junto a Carmen Linares y Mariví Blasco, bajo la batuta de Fahmi Alqhai.

Su nuevo espectáculo se anuncia como un encuentro de culturas diferentes. Pero, ¿son tan diferentes?

[Ríe] En general, para mí no son diferentes, porque trabajo con lo que tienen en común esas dos o muchas culturas. Especialmente en la música, para mí no hay diferencias, porque la música habla de sentimientos, y no hay diferencia entre los sentimientos de un español, un tunecino, un asiático. Los sentimientos son cósmicos. Hay pequeñas diferencias en el color o el olor, en la textura… pero son todos matices de algo común.

Cuando hizo Romeo & Leila, ¿sentía que el público árabe percibía la historia de manera distinta al público europeo? ¿Tienen ideas diferentes sobre amor y violencia?

Sí. Por supuesto. Yo me casé con un hombre belga: este era el primer problema. Él no es musulmán, sino cristiano, y por eso empecé a hacer Romeo & Leila. Yo estaba enfadada porque no podía estar con mi marido, mi amante, por ser de otra cultura. Por eso trabajé sobre lo que nos une, para explicar qué en el amor. La religión del amor es totalmente distinta a las demás religiones y sí nos permite estar juntos.

¿Funcionó?

«Cuando llego y digo que el amor es una religión, lo entienden, no pueden rechazarlo»

Primero lo hice en Bélgica. Luego me preocupaba que no se aceptara el título Romeo & Leila. Aceptarían Qays & Julieta, porque así el hombre es musulmán y la mujer, cristiana: eso se admite. Pero no aceptan a una mujer musulmana con un hombre cristiano. Lo interpreté en Bahréin. Claro, no dije que lo hacía para provocar porque estoy casada con un cristiano… No hablé de mi matrimonio. Solo hablaba de como dos personas distintas podían unirse, era sobre el amor.

El amor tiene una larga tradición en la literatura árabe…

No soy la primera que habla de amor. El mayor imam del mundo árabe, Ibn Arabi, nacido en Murcia, España —estudió en Sevilla, luego se fue a Siria e Iraq— es quien dijo: “El amor es mi religión”. Cuando llego yo y digo que el amor es una religión, lo entienden, no pueden rechazarlo. Poco a poco puedo explicarles que no está mal, que se puede ser de diferentes culturas y religiones y estar juntos.

Pero la religión tiende a separar mucho ¿no?

No es solo la religión, también la cultura y tradición. En los pueblos, la gente prefiere mantener a sus hijas para su propia aldea, no quieren que se vayan. Cuando yo era niña, en Túnez había problemas con que los del norte se casaran con los del sur, porque los del norte se veían como forasteros. Cuando la gente tiene miedo a algo distinto, dice que no. El problema principal es tener miedo a lo que es diferente.

¿Qué recuerda mejor de su infancia en Túnez?

Nací en Bélgica, pero me crié en el sur de Túnez. Era una infancia muy feliz. Lo llamativo es que me crié en una aldea pequeña, muy, muy tradicional, muy cerrada, con tradiciones estrictas, canciones específicas, una cultura muy distinta incluso al resto de Túnez: es el sur. Y a la vez, mi padre era médico y yo podía ir con él a los hoteles y descubrir el resto del mundo. El mundo pudo acceder así a este pequeño lugar de Túnez, yo podía hablar inglés, francés, italiano, español, encontrarme con gente del mundo.

¿No se sentía limitada, pues?

Creo que tuve la mejor infancia posible, porque podía viajar sin viajar. No viajaba, pero el mundo llegaba. En esa época no había internet, la vida no era como ahora, solo teníamos la televisión tunecina y la libia. No podíamos tener una educación multicultural en un lugar como este, pero tuve la oportunidad de abrazar el mundo desde allí. A los 19 años viajé a Bélgica y me resultó fácil encontrarme con el mundo.

Llegar a Bélgica ¿fue un choque cultural, o era como ya imaginaba el mundo?

«En Túnez hay una mezcla de tantas culturas que ya no sabes qué exactamente es tunecino»

Cuando llegué a Bélgica, para mí no hubo choque porque me sentía como en un enorme hotel. Era maravilloso sentir al final cómo era ir a una iglesia, ver a cristianos, moverme entre ellos, y también entre asiáticos y otras culturas. Hoy día, después de treinta años en Bélgica, siento que no tenemos ninguna fe en el islam. En Túnez, el islam es una religión viva. La sociedad lo vive en lo cotidiano, está mezclado con la cultura, con las tradiciones, está viva, todos los días puedes cambiar de idea al respecto, puedes evolucionar. En Bélgica, es un islam lleno de tradiciones y un respeto que no entiendo, mezclado con miedo; no se vive, es como en un museo.

Túnez tiene fama de ser el país menos integrista del llamado mundo árabe. ¿Es cierto?

Una vez llevé conmigo a un amigo que es de América, fuimos a Túnez; en ese momento había guerra entre Estados Unidos e Iraq. Su madre tenía miedo por él, es judía y para ella era preocupante: su hijo iba a un país árabe… Cuando llegamos, me dijo: Pero Ghalia, las mujeres llevan más velo y burka en Bélgica que aquí. ¿Dónde está el islam en Túnez? Todo el mundo habla inglés y francés, aquí, nadie piensa que si eres americano y judío no puedas venir a este país. Si tengo más problemas en Bélgica que en Túnez…

¿Y qué se podría hacer en Bélgica para que fuese más similar a Túnez?

Creo que en Bélgica deberían trabajar más con musulmanes y hacer más programas, más filmes, para educar el islam y reconocer esta religión, como reconocen el judaísmo o el budismo. Hay que aceptar esa religión y trabajar con ella. En el colegio. En la televisión. En el cine. Para descubrir una cultura bella, una religión bella,y encontrar lo que tiene en común con las demás religiones. Mucha gente trabaja sobre las diferencias, y eso es política. Los políticos siempre trabajan con lo que separa a la gente, para controlarla mejor.

¿Por qué Túnez es esa excepción, más liberal que el sus vecinos?

Hubo tantas culturas en Túnez… Todas las culturas que puedas imaginar. Es una mezcla en la que ya no sabes qué exactamente es tunecino. En Egipto tienes a los faraones, es una cultura de peso, las pirámides son algo que es realmente la Historia de Egipto, y los egipcios sienten que vienen de los faraones. Pero en Túnez no se puede decir que haya algo importante en la cultura; tuvimos tantas diferentes, cada una era interesante, y los tunecinos abrazaron todas. Si ves a un tunecino en el mundo, no lo puedes diferenciar de lo que le rodea. Si lo ves en América, es americano, si lo ves en India, es indio. Se adapta fácilmente, porque tiene los códigos de todas esas culturas.

En Túnez hay ahora leyes para legalizar la homosexualidad. ¿Tiene esperanza?

Sí, aunque no me gusta la palabra esperanza, porque es una palabra para los débiles. Para quienes no tienen fe. En Túnez no son realmente religiosos, por todo aquello de las culturas, aunque sigan siendo musulmanes, pero es algo más espiritual y ligero. Intentan ahora encontrar nuevas leyes más acordes a su espíritu y su mente. Es un país pequeño, somos once millones, y la mayoría tiene formación escolar. Y quieren hacer el país perfecto, más como ellos. Hombres y mujeres trabajan juntos para eso.

Este detalle se vio en la Primavera Árabe: en Túnez, las mujeres aparecían mucho en primera fila, más que en Egipto.

«El mundo árabe nunca se pudo unificar, salvo por Umm Kulthum»

Yo me crié con tres chicos, tres hermanos, y nunca, nunca me sentí diferente a ellos. Sé lo que ellos tienen en la cabeza y ellos saben lo que tengo en la mía. Y eso no es común en los demás países árabes, lo veo ahora, que viajo mucho. Ni siquiera se distingue en el idioma: se usa la misma palabra de ‘tú’ para dirigirse a hombres y mujeres, cuando en árabe estándar sí hay diferencia… al estilo de obrigado y obrigada en portugués. Por eso pienso que sí, Túnez encontrará un buen equilibrio entre la espiritualidad —prefiero espiritualidad a religión, porque la religión es cosa de leyes y normas, y la espiritualidad es libertad— y por eso tengo esperanza… no, no tengo esperanza, tengo fe en que llegará a estar mejor. Ya es hora en todo el mundo para eso. Pero Túnez es el país más avanzado en esto.

Usted grabó un álbum con música de la cantante egipcia Umm Kulthum. ¿Es ella la cumbre de la música árabe?

Todos los países árabes aman a Umm Kulthum, reconocen en ella a la diva… como si fuera la voz de Dios. Su fotografía estaba en el dormitorio de mis padres, así que de pequeña creía que ella era mi abuela. En todas las casas árabes puedes encontrar una imagen de ella en un lugar tan íntimo. La quieren como si fuera una diosa. Además, su voz está entre la de hombre y mujer, no le puedes asignar un sexo. Es la voz de Dios. Dios no es ni hombre ni mujer. Su voz es tan fuerte, tan poderosa, tan sensual…

¿Solo su voz era lo que concitaba la admiración de todos los países árabes?

También porque cantaba en árabe clásico, como si fuera latín, algo que todo el mundo podía entender. El mundo árabe nunca se pudo unificar, salvo por Umm Kulthum. Ella es realmente importante, como la Callas, para otros sería Cesária Évora, no sé quién podría ser en España: una voz potente. Ella unió todos los países árabes, todos la entendieron y dijeron: Es nuestra música. Y representa una escuela de verdad, muy específica, muy distinta a otras escuelas de Siria o Iraq.

Dicen que el flamenco tiene una conexión especial con la música oriental. ¿Es un lugar común o realmente comparte algo concreto?

El flamenco no es nada fácil para mí. Tiene muchas cosas muy propias. Pero una cosa sí comparte con nuestra cultura árabe: son casi las mismas notas, la misma manera de cantar, de gritar. Con pequeñas diferencias. Para mí, el flamenco es árabe, sí, pero mezclado con algo español. Me recuerda a los moros que llegaron en el pasado muy remoto a España: es más eso que la música clásica española. Después de que los moros llegaran había un color nuevo, algo nuevo que llegó con ellos, y eso se convirtió en flamenco. Pero no es árabe puro, está mezclado con algo muy español.

Las mezclas, ¿siempre son atractivas?

El flamenco me hace pensar en que hoy día llegan nuevamente árabes a Europa. Los refugiados que vienen de Siria. Como a España en el pasado también llegaron desde Siria, Iraq, etcétera. Me pregunto qué pasará con la cultura de estos árabes cuando llega a Europa, especialmente si llegan a España, y se mezclan con el flamenco, con la música española. Tengo mucha curiosidad por ver que pasará.

¿Por qué atrae tanto el flamenco en el mundo?

Todo el mundo viene hoy día a España para ver, especialmente, el flamenco. España no es solo flamenco, es mucho más, pero mira cómo importa hoy esta parte de la historia. Es impresionante. Cuando yo, como árabe, voy a España me gusta ver lo católico, las iglesias, las catedrales, me encanta, me gusta ver también mezquitas y alcázares, esto es el origen de lo árabe que tengo; no lo puedo encontrar ya en ningún otro sitio del mundo y lo encuentro en España. Es interesante pensar que España podría coger eso y hacer algo grande con ello.

¿Se puede hablar de una ‘música árabe’ reconocible desde el Magreb hasta Iraq o hay músicas árabes muy diversas?

«Cuando hago música tengo que pensar, y las matemáticas me abren más la mente»

La diferencia entre la música marroquí y la música siria es como la diferencia entre flamenco español y digamos… música italiana. El alma es la misma, el corazón, los sentimientos son los mismos, pero el color es totalmente diferente. Solemos decir “el mundo árabe” pero hay enormes diferencias, en cada país hay un color especial que tiene que ver con la Historia del lugar, con su pasado. En Túnez nos conquistaron tantas culturas diferentes, los otomanos, la cultura francesa, la italiana… Incluso nuestro árabe, el idioma, es diferente del iraquí, es un idioma árabe distinto. Así también el color de la música es distinto de un país al otro.

A usted también le atrae India. ¿Hay una conexión entre música árabe e india, especialmente para los bailarines?

Sí. Porque estamos muy cercanos a India. Una gran parte del mundo musulmán está en Asia, al lado de India: tienen un pasado común. Al igual que hubo moros en España, hubo mogules en India. Hay un fondo común, una cultura común, aunque es Extremo Oriente, Japón ya es distinto, pero India todavía está cercano a la cultura árabe, especialmente la de Oriente Medio.

Una última curiosidad: usted estudió Matemáticas. ¿Le ayudó para su carrera musical?

Las matemáticas y la ciencia organizan tu mente. Te hacen pensar con claridad. Para el Arte, ya sea dibujar, pintar o cantar, hay que observar y sacar conclusiones, hay que pensar. Es como filosofía, como pensar con el corazón. Pero si no tienes esta pequeña parte de matemáticas, de una mente organizada, puedes dejarte llevar demasiado al extremo. Las matemáticas y la ciencia me pudieron abrir más la mente. Cuando hago música tengo que pensar. Tengo que sentir, por supuesto, pero lo tengo que poner en una forma construida… Y las matemáticas y la ciencia son para construir.
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© Alejandro Luque  | Especial para M’Sur

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