Opinión

¿Los ‘piropos’? Culpa de las mujeres

Soumaya Naamane Guessous
Soumaya Naamane Guessous
· 7 minutos

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Casablanca | Octubre 2020

 

Durante el confinamiento he preguntado a los hombres qué echaban más en falta. La respuesta de muchos jóvenes: “Talwaaaat, ustada” (Los piropos, profe). Cierto, “está internet, pero eso es virtual”. “No es como cuando veo lham (la carne, sic) pavonearse delante de mí”.

¡Cuántos jóvenes se han quedado frustrados, privados de esa actividad tan apreciada, ese deporte nacional! Los “piropos”, muy presentes en nuestra sociedad, se han intensificado con las redes sociales. Pero hablemos de los “piropos” en el espacio público.

¿Cómo se llama esto en árabe dialectal? Talwat (dar vueltas alrededor de algo), anuggán (acoso), tbesbis (que viene del sonido bssss con el que se llama la atención de una mujer), atta’anaba (descubran este nuevo perfil de hombre, el ‘aniba, aquí). También se dice siada, o sea caza o pesca: el acosador se define claramente con este término como un predador que sale a buscar una presa.

El objetivo no siempre es abordar a una mujer respetando su dignidad. A menudo, es únicamente para divertirse, pasar el rato, humillar… y fardar, tipo “qué viril soy”, delante de los amigos. Cuando los jóvenes se juntan en manada, el acoso se vuelve agresivo y puede llegar hasta tocamientos.

Cuando los jóvenes se juntan en manada, el acoso se vuelve agresivo

El acoso es tan importante en nuestra sociedad que se le dedican numerosas expresiones célebres, habituales entre los acosadores. Expresiones que el que los usa cree cumplidos: “Manshufuksh azzin?” (¿Nos vemos, belleza?). “Solo dame tu número de teléfono” es otra fórmula corriente. También está lo de “la gaziiiil” (la gacela), una forma de abordar a las mujeres muy frecuente en Marrakech que puede llegar hasta la violencia verbal, si la chica se enfrenta al acosador.

Este acoso callejero se expresa, como si fuera poesía, en rima: “Kein shi ula nyi?” (“¿Hay algo o salgo?”, una manera de preguntar a una desconocida si está libre, o simplemente para hacerse el gracioso). O bien: “Kulek zebda u mnin nebda?” (Tú eres mantequilla, por dónde se te pilla?). O “Nahdi maliun ala smer al·lun” (Millones a granel por esta morena de piel).

Menos elogioso es decir a una rubia: “Kulshi z’ar ula ghir askaf?” (Eres rubia entera o solo por fuera?), una referencia obvia al pelo púbico de la desconocida. O bien: “Sh-hubia dial attar ula dial al·lah?” (Ese rubio ¿viene de la gracia divina o de la tienda de la esquina?). A una mujer corpulenta se le dice: “Yarra kkar wala duar l askar?” (¿Arrastras un culo o una base militar?).

En la mente de estos pobres acosadores, que creen que están echando piropos, es Eva quien seduce con su malicia a Adán, y lo justifican así: “Las mujeres nos atraen con su vestimenta provocadora”. Hay una frase que lo expresa de forma rotunda: “Ntuma zairu u hna najtaru”: “Poneos ropa ceñida y vemos cuál es la elegida”. A las mujeres se les considera, pues, un tipo de mercancía. Un chico lo resume muy bien: “Ellas andan desnudas. Yo no me puedo controlar. Si no quieren, pues que se tapen”.

Incluso las mujeres correctamente veladas reciben su parte: “La hermana pía, perdición mía”

Solo que en realidad, ningún perfil femenino escapa al acoso en el espacio público ante el ingenio de estos “poetas” del ridículo. Existen incluso fórmulas para las mujeres que van totalmente tapadas.

A una mujer que lleva pañuelo pero combinado con ropa que se juzga “provocadora”: “Iqra’ min al foq u rotana min al taht”, en referencia a dos populares cadenas de televisión de Oriente Próximo: Iqra, emisora religiosa “arriba” y Rotana, cadena de vídeos musicales “abajo”. También: “Dshlaleb u laqwaleb” (¿Ropaje o trucaje?). Incluso las mujeres correctamente veladas, que ocultan todo lo que pueda haber bajo vestimentas amplias o inclusa bajo un burka, reciben su parte: «Lajwanía la’ba bía»“La hermana pía, perdición mía”. “Najuí yibi ‘alazzif ash-shibi” (Yo me arruino por este velo azul marino). Hay todo un glosario bajo forma de rezo dirigido a Dios: “Daira alhiyab, Allah iyibna fi swab (Tú de cuerpo velado, Dios me lleve bien guiado”.

Para quienes llevan burka hay otra reflexión: “Ma talbas lak·hal ghir elí qalbha biad” (Solo lleva negro quien tiene el corazón blanco). O también: “Que Dios me dé una mujer legítima como tú que me despierte para el rezo del amanecer” o incluso “…para hacer el rezo del atardecer contigo”. “Dios me conceda una peregrinación a La Meca contigo”. “Ya rabbi nkun hlilek” (Dios, haz que yo sea tu legítimo). “Allah ilaqina flahlal (Dios nos junte en legitimidad). O bien:. “Dios te dé un destino junto a mí”. “Allah iqaddarni ‘alik” (Dios me dé la capacidad de estar a tu altura). El acosador hasta puede decir: “Tanhabbek fi Allah” (Te amo en Dios).

Si una chica joven de este tipo de atuendo va con una mujer de más edad, que podría ser su madre, el acosador dirá: “Allah ya’tina nsiba nddiwuha lhadsh” (Dios nos dé una suegra que podamos llevar a La Meca).

En resumen: el acoso no tiene nada que ver con la ropa que una mujer elige ponerse, sino con una mentalidad. Estas actitudes arrebaten a las mujeres su libertad y las hunden sistemáticamente en un profundo malestar.

El acoso callejero es violencia, incluso cuando ellas mismas confunden el concepto con los piropos

Por supuesto, un hombre puede abordar a una mujer desconocida, pero con respeto. Eso está dentro de lo aceptable y depende del contexto. Pero si ella lo rechaza, hay que dejarla tranquila. Si no, se convierte en acoso. Y hay una gran diferencia entre cortejar, flirtear, acosar, perseguir, agredir, violentar…

Para las mujeres, este acoso callejero es una forma de violencia, incluso cuando ellas mismas, al igual que los hombres, confunden este concepto con el ligoteo y los piropos, que son un juego de seducción de consenso mutuo. Dice Maha: “Las mujeres sufren terriblemente con los piropos. Cualquiera se ve con derecho a hablarte, perseguirte a pie, en moto, en coche. Los ligones nos asfixian y destruyen nuestro bienestar”.

La ley es muy clara: un acosador en el espacio público o un lugar de trabajo se arriesga a una pena de hasta 4 años de prisión. Lamia: “No puedes poner un pie en la calle sin que te acosen. ¿Llamas a la policía a cada paso? Necesitaría un guardaespaldas para poder caminar tranquilamente”.

“El hombre es débil frente a la mujer, Dios lo ha creado así” es el comentario más habitual. ¿Realmente fue Dios? ¿No será más bien la educación?

Los padres y el colegio tienen un papel importante a la hora de enseñar a los hombres a respetar la dignidad de las mujeres, también la de las desconocidas en la calle, al igual que querrían que se respetara la dignidad de sus hermanas, su madre y de sus (futuras) hijas.

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© Soumaya Naamane Guessous | Primero publicado en 360.ma · 9 Oct 2020 | Traducción del francés: Ilya U. Topper

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