Opinión

Un juez gilipollas

Saverio Lodato
Saverio Lodato
· 2 minutos

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Palermo |  Diciembre  2020

Hace unos años, allá en Montelepre, un nieto del bandido Salvatore Giuliano puso en venta, para delectación del público un poco imbécil, botellas de Amaro Giuliano. Todavía hoy, si vais a Gardone Riviera, en el lago de Garda, encontraréis en las tiendecitas frente a la entrada del Victorial de los Italianos, residencia de Gabriele D’Annunzio, tazas y camisetas, mecheros y ceniceros con el careto de Benito Mussolini para delectación del público un poco imbécil.

Si en cambio vais a esa parte de Berlín que fue Berlín Este, encontraréis el museo de la DDR, alabando todavía hoy un pasado —aquel del Muro, de la Policía Popular y de los caballos de Frisia— difícil de digerir, salvo para los habituales turistas un poco imbéciles.

Restaurantes bautizados con el nombre de la Mafia, como es sabido, repartidos por el mundo, siempre los ha habido, fortalecidos por el éxito cinematográfico de El Padrino, novela y película, y de la indiscutible fama de Don Corleone, alias Marlon Brando.

Pero todavía no se había visto lo que hemos visto en Francfort del Meno, donde un restaurador, un poco imbécil también, ha querido bautizar su local como Giovanni Falcone y Paolo Borsellino; pero no para honrar la memoria de ambos, sino para mezclarla (ensuciándola, si tal cosa es posible) con la Mafia, el Padrino, Don Corleone.

Sin embargo, mucho más aterradores son los argumentos expresados por el juez de esa ciudad que rechazó la apelación de María Falcone contra el uso distorsionado del nombre de su hermano, asesinado por la Mafia.

Son cosas viejas, ha dicho el juez en sentencia, Falcone y Borsellino son conocidos en su casa, y de hecho a los mismos italianos ya no les interesa la lucha contra la mafia.

En Berlín, se podría decir, hay un juez un poco gilipollas. Un poco demasiado gilipollas.

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© Saverio Lodato | Publicado en Antimafiaduemila | 4 Dic 2020 | Traducción del italiano: Valeria Guerriero

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