Natale Tedesco
«La identidad siciliana es fuerte porque es impura»
Alejandro Luque
Para los lectores españoles, el nombre de Natale Tedesco (Palermo, 1931) va indisolublemente unido al de Leonardo Sciascia, sobre todo por ser el primer editor del libro Horas de España, con texto de Sciascia y fotografías de Ferdinando Scianna. Para recordar al escritor y al amigo, Tedesco visitó la pasada semana Sevilla y participó en el seminario que la Universidad Hispalense dedicaba al maestro de Racalmuto.
M’Sur conversó con Tedesco en la mañana del 20 de noviembre, cuando se cumplieron exactamente 20 años de la muerte de Sciascia, “el último gran escritor político de Europa” en palabras del fallecido Manuel Vázquez Montalbán. En opinión de Tedesco, “aunque Sciascia fue diputado, es un error pensar en él como un político de profesión.
Por el contrario, pensamos en él como escritor, un escritor que interviene en una particular situación pública, pero interviene como literato, aunque su opinión tiene relevancia en el campo político”, explica. “Han pasado veinte años y hoy estamos en manos no de políticos, sino de politicastros, diletantes de la política, gente que entra en ella por intereses personales. ¿Significa eso que antes no había corrupción? Claro que la había. El problema es que ahora se ha convertido en un hecho de lo más normal”.
Por otro lado, el lugar común que defiende la idea de que la clase política italiana no es sino un reflejo del italiano medio, habría sido sin duda rebatida por Sciascia, y es discutida por el profesor Tedesco en términos lingüísticos. “A través de su poder mediático, Berlusconi ha creado un lenguaje, y una vez instituido proclama que ése es el lenguaje de los italianos. Por ejemplo, su idea de la seguridad en las ciudades parte de transmitir a través de la televisión una idea de inseguridad, y una vez que el ciudadano está amedrentado, decide que los italianos exigen seguridad. Pero no tengo duda de que el italiano ha tenido siempre una moralidad política, una resistencia contra el fascismo”.
Cabe imaginar que a Sciascia, que durante años fustigó a la Democracia Cristiana como la encarnación de todos los abusos y corruptelas, le sorprendería descubrir que dos décadas después ocuparía el poder un político capaz de inspirar hasta nostalgia hacia la vieja DC. “Al menos ellos tenían un sentido de Estado”, se encoge de hombros Tedesco, “y tenían una formación. Hoy los políticos son unos improvisadores, carecen de objetivos en términos de sociedad política, civil. Parece increíble que la única figura de la derecha que tiene una idea institucional de la política sea [Gianfranco] Fini, de la Alianza Nacional: ¡un ex fascista!”
¿Qué pinta hoy, pues, la figura de Leonardo Sciascia? ¿Sigue vivo su legado, o es una figura de museo? “No, no diría que sea una figura de museo, pero su personalidad era muy compleja, demasiado para tener una idea simplificada de lo que significa su herencia. Es muy difícil encontrar un gran escritor de ficción que al mismo tiempo pueda desarrollar una labor ensayística como la de Sciascia. Natale TedescoHoy tal vez Claudio Magris sea el caso más parecido”, explica el profesor, a la sazón autor de ensayos sobre Quasimodo, Ignazio Buttitta, Lucio Piccolo o Pirandello, entre otros.
Y agrega: “Creo que en la situación literaria actual lo más interesante no es lo que se produce en el centro, sino en las periferias. Existe en este momento un grupo de escritores del sur, sicilianos, napolitanos, calabreses, que poseen una idea de sus lugares de origen pero son capaces de proyectarla mucho más allá, como un modo concreto de responder al fenómeno de la globlización que hoy se extiende por todas partes. Pienso en Giuseppe Montesano, en Roberto Alaimo, en Valeria Parrella, en Giousué Calaciura… Todos son de algún modo, en conciencia, herederos de Sciascia, pero tienen su propio discurso”, comenta.
Tedesco defiende que esa pujanza de las periferias, que él llama “el estilo del sur” no es exclusivo del Mezzogiorno, “sino, en general, del sur del mundo, aunque cada lugar tiene sus particularidades. Pero hoy la identidad es un concepto plural”. Algo que en Sicilia, dicho sea de paso, es bien sabido.“Sicilia ha sido multicultural desde los tiempos de Federico II —con la confluencia de latinos, árabes, normandos, suevos— y puede que desde mucho antes. Es imposible imaginar episodios de racismo en Sicilia, ya que la identidad siciliana es fuerte precisamente porque es impura. El siciliano cultiva las diferencias para construir una identidad plural: esa construcción es quizá más difícil, pero también el resultado es más fuerte”.
Por último, Natale Tedesco habla de su ciudad, Bagheria —cuna de talentos notables, como el pintor Renato Guttuso o el fotógrafo Ferdinando Scianna, pero también de célebres mafiosos—, y de un ilustre antepasado suyo, el príncipe Gravina, que erigió en esta localidad la espectacular Villa Palagonia o Villa de los Monstruos, un palacio rodeado de figuras grotescas que lleva más de dos siglos atrayendo a estudiosos y turistas. El propio Tedesco ha vivido en la Villa hasta hace poco, cuando ha empezado a tomar forma la idea de convertir las salas principales en museo del barroco siciliano.
“Bagheria es un buen ejemplo de lo contradictoria que puede ser la sociedad meridional, donde hay zonas de pobreza junto a focos de esplendor, y esto también tiene un reflejo en la cultura. Se trata de una ciudad que sigue teniendo una gran parte de población ignorante e iletrada, pero también produce muchísimos profesores de universidad. [Giuseppe] Tornatore lo explica muy bien en Baaria, su último filme”.