Norman Manea
«Escribes o haces arte porque la vida cotidiana no te basta»
Alejandro Luque
Formentor (Mallorca) | Septiembre 2017
Con Carles Domènec
Aunque el común de lectores posee una visión más reducida de las letras rumanas, hay vida inteligente antes y después de Mircea Cartarescu. El mejor ejemplo es el de Norman Manea (Suceava, Bocuvina, 1936), ingeniero de formación que abandonó su país en 1986 para acabar afincándose en Nueva York. El autor de obras como La guarida, El regreso del húligan, El sobre negro o Felicidad obligatoria, que le han valido todo tipo de reconocimientos –el último, la distinción del Ministerio de Cultura francés como Comendador de la Orden de las Artes y las Letras– recibe a los periodistas en un ángulo del hall del hotel Formentor, donde ha venido como invitado del ciclo Converses Litèraries.
Camisa negra, melena rala y plateada, en un principio parece el señor más bien serio al que MSur había entrevistado por correo electrónico unos años atrás. Tras un buen rato de animada conversación, toca cambiar de idea y empezar a pensar que Manea es, además de un inmenso escritor, lo que cabría definir castizamente como un cachondo mental.
Hay corrupción en todas partes, pero Rumanía tiene el nivel más alto de Europa. ¿Son todos los políticos iguales?
Ya dijo usted que está en todas partes, pero el volumen de la corrupción probablemente sea distinto, por cuestión de tradición. En Rumanía hay una tradición de corrupción; es una atmósfera burlesca balcánica, y la corrupción siempre ha sido muy intensa, incluso hubo tiempos en que gobernaba el país. Sigue siendo especial, porque hay un periodo de transición de un sistema antiguo a uno nuevo, una democracia muy mezclada, mezclada con hábitos antiguos con un nuevo mercantilismo y el carácter de nuestra época moderna.
En otras entrevistas usted habló de la lengua como un aspecto de indentidad. ¿Cómo puede el idioma formar la expresión de lo que escribe?
Tiene que mirar las traducciones. Si usted domina ambos idiomas, el del original y el de traducción, siempre verá diferencias. En la época socialista en Rumanía, la traducción se pagaba muy bien. Ahora hay una especie de capitalismo tardío muy mercantilista, comercial, la traducción no se paga bien, se hace de forma rápida, pero se pueden ver las diferencias, como la diferencia de espiritualidad entre países diferentes, idiomas diferentes, pueblos diferentes. Esa diferencia existe, por supuesto. Si usted se puede expresar de la misma manera de pensar en todos los idiomas, eso sería un milagro. Usted conoce la historia de Babel. A partir de ese momento empezó el caos, pero también el duro trabajo de los traductores: antes no tenían trabajo, porque solo había un idioma. Ahora, con tantas lenguas, hay algunas muy peculiares. Sabemos que en la India hay 90 dialectos. Imagine cómo los indios pueden amarse unos a otros, qué complicado debe de ser…
La izquierda europea nunca vivió bajo el comunismo. Leyeron Marx y Lenin, pero nunca los tuvieron en su vida cotidiana
Umberto Eco dijo que el futuro de las lenguas estaba en la traducción…
Sí, esta es la evolución de la sociedad. Ahora tenemos las posibilidades técnicas para traducir rápido, pero no sé si sale bien, porque la velocidad nunca es una ventaja. Cuando se trabaja con palabras y con ideas hay que sentarse y pensar un poquito y seleccionar del vocabulario la palabra exacta, la más adecuada.
¿Qué piensa de esa nueva izquierda europea que mira con nostalgia hacia el comunismo?
La izquierda europea nunca vivió bajo el comunismo. Leyeron a los grandes ideólogos, Marx, Lenin y otros, pero nunca los tuvieron en su vida cotidiana. Yo estaba enamorado del comunismo, pero cuando tenía 13 años. Porque era un cuento de hadas maravilloso: todos seremos felices, la sociedad será justa, etcétera. La realidad me forzó a admitir que esa utopía no era una realidad cotidiana. Eso fue desde luego una decepción, sobre todo para un niño, pero era algo real que entendí. No voy a decir ahora que el capitalismo sea un paraíso, sabemos perfectamente que no lo es, pero es, como dijo Churchill alguna vez, la mejor de entre las malas soluciones. Todavía es la mejor.
¿Y no habría que buscar otra cosa?
Desde luego la gente sueña con algo mejor, siempre tienen esa ilusión, ese proyecto del futuro, pero cuando se empieza a construirlo en la realidad no funciona. Porque los seres humanos no son perfectos. Y el comunismo parte de la premisa de que será una sociedad perfecta con seres humanos perfectos. Y eso no es posible sobre la faz de la Tierra. Quizás en otro lugar, quizás en el paraíso, cuando lleguemos, habrá esa utopía, quizás sea mejor, pero mi vida no alcanzará para estar aquí y allí a la vez; ahora estoy aquí y cuando esté allí, ya no estaré aquí.
También hay en Rumanía quien sueña con un retorno de los reyes, la monarquía. ¿Qué le parece?
[Ríe] Rumanía tiene un rey ahora. Tiene algo más de 90 años, creo que 94. Era un rey débil, pero tolerante. Ahora, con 95 o 96 años está, por lo que sé, muy enfermo. Pero la familia real no quiere decirlo. Dice que está débil, que su salud no es del todo perfecta… El problema es que solo tiene hijas, no tiene hijos varones, y no creo que pueda engendrar hijos ahora, es un poco tarde ahora para que tenga una historia de amor con una rumana más joven o una alemana, porque es de esta antigua dinastía alemana, los Hohenzollern. Esos tipos que sueñan con él. Tenemos algunos monarquistas que son tolerantes y moderados. La historia de la monarquía no es de lo mejor porque la historia de la humanidad no es de lo mejor. No se ha encontrado el proyecto perfecto de la felicidad total para la sociedad. La monarquía es una de las posibilidades, pero hay quienes sueñan con la monarquía solo porque están descontentos con lo que hay ahora; eso no quiere decir que un nuevo rey sea nada mejor.
En Estados Unidos hay ahora personas que piden la nacionalidad española para escapar de Trump, aprovechando que son de origen sefardí. Eso es un tipo de exilio también, pero distinto al suyo ¿no?
¿Usted cree que mi exilio es mejor?
¿Lo es?
[Ríe] No lo sé. Le pregunto a usted… Creo que ellos, si eligen esta identidad histórica es por dos razones: una, no están del todo contentos con América, y esto les da la posibilidad de tener también la identidad europea, porque es comunitaria europea, y dos, les da un poco de esa antigua nobleza de España, de Europa, algo que en América no existe. América es una democracia trivial, con todo lo malo y lo bueno que una sociedad así conlleva.
¿Una historia de amor sefardí con España?
Estuve en España el año pasado, y una noche tuve una entrevista con una pequeña comunidad sefardí y les pregunté de dónde venían. Venían de todas partes del mundo. No habían venido porque recordasen su pasado sefardí sino porque estaban descontentos con donde estaban y pensaban que en otro sitio estarían mejor. Pero no quiero hablar por ellos. Usted debería coger un billete de avión, ir y preguntarlos.
Conozco a algunos.
Son encantadores, seguro. Tienen una cocina especial, y una lengua especial, el ladino, que desde un punto de vista lingüístico es una manera muy interesante y valiosa para redescubrir el pasado. Porque eran la única comunidad de España que durante cientos de años mantuvo el sefardí, el antiguo español. No lo hablaban solo los judíos sino los españoles de la época, de ahí lo tuvieron, pero tuvieron una manera especial de mantener tradiciones y mantuvieron también este idioma familiar. Para los lingüistas es una oportunidad de oro de estudiar el español antiguo. Ahora bien, la inmensa mayoría de ellos ha muerto, pero el idioma se conserva en muchas familias. Por primera vez, los judíos demuestran que pueden servir para algo mientras están vivos, no solo cuando mueren. Siempre servían para algo cuando se les mataba…
Merkel aceptó un número importante de inmigrantes. La odian por eso, pero hizo un buen trabajo por el honor de Alemania
¿Cómo vio la crisis de refugiados del año pasado?
Creo que Alemania hizo las cosas muy bien. Admiro enormemente las decisiones de madame Merkel, que era muy valiente y se opuso a todo un país que estaba en contra de esas decisiones. Su padre era sacerdote, ella vino de Alemania oriental y sabía muy bien lo que significa el sufrimiento. Aceptó un número importante de inmigrantes. La odian por eso, pero hizo un buen trabajo por el honor de Alemania. Porque antes se le recordaba a Alemania sobre todo por la época nazi. Y Alemania era mucho más que eso, tenía una gran cultura, tenía épocas de ser una sociedad próspera y amante de las libertades. No soy alemán y no puedo hablar en nombre de ellos, pero creo que Merkel tomó una decisión positiva y heroica al acoger a tantos inmigrantes.
¿Ha visitado Alemania a menudo?
El año pasado estaba en Berlín, dando clases en la universidad y vivía en un barrio donde la mayoría eran oriundos de Turquía. Estaban muy felices de estar allí y no les gustaba que les llamaran turcos. Decían: Somos alemanes, hemos nacido aquí, hemos ido al colegio aquí, somos alemanes, aunque de origen turco. Así que sí, las cosas se pueden cambiar. Hay exiliados que han hecho una enorme contribución al mundo de la ciencia y las artes. Einstein, Madame Curie, Nabokov y muchos otros que se adaptaron a un nuevo país y allí hicieron cosas maravillosas. Lo malo es cuando los inmigrantes intentan cambiar la situación del país al que llegan. En Alemania hay muchos sirios: llegaron porque estaban descontentos con Siria. Si ahora intentan convertir Alemania en una nueva Siria, será un desastre porque precisamente se fueron de Siria porque no era buen lugar. Pero muchos de ellos sí intentan cambiar las leyes y los hábitos por motivos religiosos u otros, para crear una nueva Siria europea. Y eso sería un desastre y una pesadilla para todos nosotros.
En este hotel trabaja un chico rumano. ¿Qué siente cuando ve a tantos rumanos fuera de su país?
Oh, no vino a contarme su vida ni confesarme sus historias de amor… Hay muchos rumanos ahora fuera del país; se fueron inmediatamente después del colapso del comunismo, en primer lugar por su vida bajo el comunismo, lo que recuerdan de ella, y en segundo lugar porque la transición hacia la democracia era en realidad una transición hacia la nada, un caos burlesco donde la gente más capaz y cínica se enriqueció rápidamente. Antes estábamos todos oprimidos y pobres, pero ahora hay una situación distinta: algunos son ricos y felices y viven en Palma de Mallorca y otros se han quedado y luchan como pueden. Por eso, muchos se fueron, muchos campesinos también…
Yo ya no soy rumano. Soy estadounidense… Me fui con 50 años, viví dos años en Berlín y llegué al paraíso americano, que no es mi país
¿Entonces, cuando se encuentra a sus compatriotas…?
Yo ya no soy rumano. Soy estadounidense… Me fui con cincuenta años, viví dos años en Berlín occidental y luego llegué a mi país de exilio, el paraíso americano, que no es mi país. Siempre comparo Estados Unidos con un hotel, y eso me gusta: nadie te pregunta por quién eres, qué piensas, por qué vistes tan moderno, a nadie le importa. Puedes salir a la calle desnudo y a nadie le importa. Todo el mundo tiene su vida y ya. Eso es sano. También tiene sus desventajas. Creo que Estados Unidos tiene 40 premios Nobel, una ciencia avanzada, etcétera. Nadie les pide que vayan a la televisión para opinar sobre lo que está pasando sobre el futuro… No. Lo que hay son las estrellas de cine. Son lo que más importa, están en todas partes. No tengo nada contra ellos, es más, las actrices son bastante guapas…
Perdone, le presento al fotógrafo…
A ver, las fotos, sí, ¿habíamos dicho que cuántas fotos? ¿Solo cuarenta? ¿Doscientos cuarenta? No, eso no me gusta. Quiero doscientos cuarenta y ocho fotos. Gracias…
Volvamos allende el océano…
Bueno, esta es la situación de Estados Unidos: lo más importante es la manera de pensar de los Padres Fundadores, esos viejos que escribieron la Constitución, y se plantearon cómo evitar para siempre un tiranía en América. La Constitución se elaboró de manera que hay tres instituciones legales superiores que se controlan mutuamente: el presidente, las dos cámaras del Parlamento y el Tribunal Supremo. Cada uno controla los demás, de manera que ninguno puede ser el líder total. Ahora tenemos a un payaso muy interesante, el señor Trump, y lo intenta… Cuando dice “America First”, la gente que sabe un poco de alemán, sabe que eso significa “Deutschland über alles”. Espero que fracase. Me daría pena por Melania, por su mujer y su hija, tan guapas ambas, pero yo quisiera que fracase.
¿Lee a Mircea Cartarescu y sus coetáneos?
Eran muy jóvenes cuando yo me fui del país. Se les llamaba la Generación en vaqueros. Eran muy diferentes de la generación anterior, estaban bien informados, estaban occidentalizados, hablaban idiomas, estaban del lado de la modernidad. Escribí sobre ellos, alababa bastante a algunos, sigo pensando lo mismo, pero mi conexión en esos 30 años que llevo fuera del país se ha reducido mucho. No puedo juzgarlos, no me atrevería. Sé que hacen su trabajo y siguen ocupándose de la literatura.
Alberto Manguel le mencionó a usted como un posible ganador de los premios Formentor.
Sí, no solo eso, le pagué para eso. No crea que nadie haga nada gratis. Le pagué y anoche tuvimos una larga cena, bebimos mucho y confraternizamos.
El antisemitismo no está muerto ni morirá nunca. Sobrevivirá a todos: porque es necesario. Lo que es necesario sobrevive
¿Para qué escribe? ¿Para tener muchos lectores?
Normalmente escribes o haces arte porque la vida cotidiana no te basta. Porque quieres algo distinto, quieres salirte de esa vida cotidiana pragmática, a veces trivial, a veces violenta y desagradable, quieres llegar a otra dimensión y eso es la creatividad. Por eso yo no pretendo llevar felicidad al mundo, llego tarde a esa aventura. Hago lo que puedo. Tuve grandes dificultades porque perdí mi lengua, todavía escribo en rumano. El rumano es, como usted seguramente sabe, la lengua más evolucionada del mundo, la lengua más leída, toda persona en el planeta habla rumano, y eso es una gran ventaja para mí [no ríe]. Tengo diez, veinte, cuatrocientos veces más lectores, qué puedo hacer. Intento hacer lo que puedo, y la solución, cuando ya no tienes soluciones, son el humor y la ironía. Es lo que hago.
Eso es muy judío.
Cierto. Porque el humor judío es una mezcla de tristeza y de risa. Viene de un pasado complicado, cuando… Incluso ahora hay un chiste que me han contado, dice así: “Quieren matarnos. Vamos a comer”. [Ríe]. Es siempre esa combinación de melancolía, humor y sátira, eso es bueno. Tuve un abuelo que se llamaba Abraham, era viejo y tenía mucho humor.
¿Por qué eran tan importantes los judíos en la vida intelectual a inicios del siglo XX? ¿Y ahora?
Conozco un poco a los judíos, no demasiado pero algo sí. Nací en una familia judía, Me deportaron como judío, tuve que irme del país porque era judío. Incluso puede ser, dígamelo si lo sabe, que yo esté aquí por judío, no sé, tal vez no había suficientes judíos y se decían: vamos a importar a un judío rumano desde Nueva York, y me trajeron aquí. El problema de los judíos es antiguo e irresoluble. Fracasaron en todo lo que intentaron, y hacían chistes. Y escribían libros. Tuvieron distintos proyectos: el sionismo, el regreso religioso a la antigua ciudad para estar en contacto con Dios. Pero como usted sabe, Dios está superocupado y no se puede ocupar solo de los judíos, está con los africanos, con los europeos, todo el mundo lo llama por teléfono, y normalmente comunica, con todo eso.
Pero sí ejercieron una gran influencia.
Yo creo que mantuvieron el poderío intelectual, pero eso no significa que sea un poder popular. Yo creo, desde siempre, en los individuos, no en las masas. Las grandes mentes judías eran personas que pensaban en las ciencias, en el arte, pero le dieron a la humanidad algo importante: Jesucristo. Eso se ha olvidado: Jesucristo era judío, y todos sus discursos no se dirigieron ni a los catalanes, ni a los rumanos ni a los rusos, sino a su pueblo. Estaba muy descontento con ellos, porque hicieron muchas cosas malas, como todos los demás pueblos en todas partes. Así que él quiso que mejoraran y les dio una nueva visión: el cristianismo. Pero era judío. Y su madre, hay una gran obra de teatro sobre ella, la famosa María, nunca se convirtió al cristianismo, pese a que adoraba a su hijo. Pero mantuvo su fe. Yo no puedo juzgar, pero lo que puedo decirte es que es una realidad: el antisemitismo no está muerto ni morirá nunca. Sobrevivirá a todos, y si me preguntas por qué, te diré: porque es necesario. Lo que es necesario sobrevive.
Lo que no se acepta de los judíos es que tienen defectos: acepta que los tienen, como todos los demás, y vamos a divertirnos
¿Es necesario ser antisemita?
Sí. Para mucha gente. Les da una coherencia, una especie de superioridad estúpida y un odio bárbaro. Mira a estos ricos, son tontos, no trabajan, son nuestros enemigos… Cuando hablas de la gente, no de individuos sino de las masas, no hay nada coherente, nunca. Cuando hablas de los españoles y dices que son estúpidos, vanidosos, que odian, que se consideran superiores que son arrogantes… ¿se puede decir algo así de todos los españoles? Tengo un vecino que es español. ¿No es un tipo simpático? No sé qué vínculo tiene con qué rey español del pasado, que era español y era conquistador y sí, era arrogante, pero ahí está el tipo. Y lo mismo pasa con los judíos.
¿Se les considera a todos iguales?
Lo que no se acepta en el asunto judío es que tienen defectos: acepta que tienen defectos, como todos los demás, y vamos a divertirnos. Pero no: sus defectos se han convertido en un enorme problema humano, histórico, étnico y hasta filosófico, y por eso hay que odiarlos. Los judíos no son la mayoría del planeta. Son una comunidad muy pequeña, creo que unos 14 o 15 millones en un planeta de ese tamaño. Pero están en todas partes, se les ve en todas partes. No sé si vuestro rey ahora es judío, pero si no lo es, y comete algún error, seguro que dirán que tiene raíces judías… [ríe]
Señor Manea, muchas gracias por su tiempo.
Ha sido un placer. Y si habla con el rey, por favor dígale que no tenía intención de ofenderlo ni de injuriarlo, me cae bien, me caen bien su mujer y sus hijos.
Yo creo que tiene otros problemas…
Y tanto, lo sé. Vayamos a hacer las fotos. Hemos dicho que 248 fotos ¿verdad?
© Alejandro Luque | Especial para M’Sur
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