Zineb Sedira
«El colonialismo es malo, punto»
Alejandro Luque
Menorca | Abril 2019
En la terraza del centro Albert Camus, en Sant Lluís, Zineb Sedira demuestra conocer el valor de una mañana luminosa. Acostumbrada a trabajar entre Londres, París, y Argel, Menorca la conecta con su raíz mediterránea, y no parece dispuesta a dejar escapar una sola de las vitaminas que le brinda el sol de abril. Se ajusta las gafas de sol, se recoge el abundante cabello ondulado en una cola, fuma con delectación y conversa apaciblemente antes de su intervención en el ciclo Trobades Literaries Mediterrànies, donde es una de las contadas artistas plásticas invitadas. Habla un inglés fluido aunque con un acento que deja claro su apego al francés.
Nacida en París en 1963, es en la última década cuando esta creadora ha despuntado, con celebradas exposiciones individuales en el Blaffer Art Museum (2013), en la Sharjah Art Foundation (2018) y en el Beirut Art Center (2018), además de numerosas colectivas en la Tate Modern (2017), la Bienal de Venecia (2001 y 2011), el Centro Pompidou en París (2004, 2009) y otras galerías de Argel, Toronto, Nueva York, Nueva Orleans… La conversación con MSur se produjo antes de su recientemente inaugurada muestra en el IVAM de Valencia, que podrá visitarse hasta el 26 de enero próximo.
Artista británica nacida en Francia de padres argelinos… ¿Tiene algún país que llamaría suyo, algo como una “identidad nacional”?
Me siento francoargelina, que quizás sea una nueva identidad, más que francesa y argelina. Tengo ambas nacionalidades, mis padres son ambos de Argelia. Y sí, me consideran una artista británica, francesa y argelina, y me siento bastante británica también, porque he estado en Inglaterra más de 20 años. Así que me siento las tres cosas.
No se identifica con una bandera concreta, pues.
No. Porque también trabajo en tres ciudades grandes, Argel, Londres y París, tengo conexiones con todas.
¿Qué piensa cuando escucha hablar del choque de civilizaciones entre “Occidente” y “mundo islámico”?
Uf. No sé qué decir. Hablas en términos de política, lo que pasa con el terrorismo y esas cosas ¿no?
Bueno, es lo que la gente más imagina, pero ¿son Argelia y Europa mundos separados o no tanto?
«La africanidad está desapareciendo y la arabidad se está quedando como fuerza dominante en Argelia»
No tanto, No son tan diferentes. Claro que uno es africano y un país musulmán, y el otro no es tan musulmán (ríe) y está en Europa. Pero están conectados. Por su historia colonial, también por ser países francófonos y porque uno está muy cerca del otro al otro lado del Mediterráneo. Porque hay una inmensa población inmigrante argelina en Francia, y cuando vuelven a Argelia todo se mezcla. Los choques de la Historia creo que son cosa del pasado. Hay una relación de amor y odio.
Ya solo falta que su familia fuese de Cabilia, o sea amazigh, aunque por lo que dicen las enciclopedias, su familia viene de un lugar un poco al sur de esa tierra…
So y medio cabilia por parte de mi padre, pero mis padres se criaron en una pequeña ciudad árabe, muy cerca de Cabilia. Mi padre nunca hablaba bereber. Una vez que mi abuela llegara desde los montes a la ciudad para casarse con mi abuelo, erradicó totalmente esta identidad cabilia.
¿Qué reflexión haría acerca de la identidad de Argelia? Desde que Ahmed Ben Bella, el fundador de la república moderna, dijo aquello de que “Somos árabes, somos árabes”… ¿son los argelinos árabes?
En esa época lo sentían así, porque el panarabismo era muy fuerte, pero el panafricanismo también lo era. En algún momento pudieron definirse como árabes y africanos, como hizo Egipto o Sudán, pero parece que la africanidad está desapareciendo y la arabidad se está quedando como fuerza dominante.
En muchas de sus obras, usted reivindica la memoria, dice la crítica.
La memoria es interesante en el contexto de cualquier país, no solo en Argelia. Con mi obra intento luchar contra lo que podríamos llamar una amnesia en el contexto de la historia colonial francesa en Argelia. Tras 1962, tras echar a los franceses, los argelinos abandonaron e intentaron erradicar lo francés también de la historia de Argelia. Transmitir y conservar, preservar la memoria y los archivos es muy importante para mí. Porque como país no se puede avanzar ni tener una identidad sana si tu memoria se erradica, se abandona, se deja que se pudra.
¿Que es lo que Argelia quiere olvidar?
Han intentado erradicar algunas partes, y es interesante ver cómo solo una parte de su Historia revolucionaria se eleva a los altares, y otras no, y cómo a algunos políticos se les hunde en el olvido. Había toda una máquina de propaganda tras el golpe de Estado que derrocó a Ben Bella [en 1965], cuando [Houari] Boumédiène se hizo con el poder. Entonces hubo que erradicar del imaginario toda la familia de Ben Bella y elevar a la de Boumédiène. Era un choque entre personalidades, de hombres, de machos, personalidades políticas de la época.
Ha pasado más de medio siglo de esto. ¿Sigue importando?
Pienso que Argelia todavía sufre de esto. Y que por eso en la revolución que ocurre ahora en las calles de Argel, muchos ancianos a los que se les había apartado, ahora intentan salir a la calle, hay fotos de ellos, salen sus nombres. Para los jóvenes es un momento de decir: Nos habéis matado con vuestra propaganda sobre la Historia, había más elementos, hay personas a las que no se les puede ensalzar porque hicieron cosas malas, intentaban matar o erradicar a otros. Y esto sigue siendo un problema en Argelia hasta hoy.
Los movimientos fundamentalistas en el Norte de África reivindican la “esencia” de sus países contra la “modernización occidental”. ¿Cómo ve ese conflicto?
«La religión de la que hablan hoy no es la religión en la que nos criamos todos, es otra forma, extremista»
No creo en esto en absoluto, no sé qué pasa en sus cabezas. Durante toda la Historia, la religión se ha utilizado siempre como una herramienta de poder para oprimir y controlar un país. Es lo que están intentando hacer; no creo que sea simplemente usar una religión para ir en contra de Occidente; es mucho más peligroso que eso. También porque la religión de la que hablan no es la religión en la que nos criamos todos, es otra forma de religión, es extremista y ortodoxa y para mí no tiene lugar en la Argelia de hoy. Argelia siempre era un país bastante laico; era religioso, sí, pero la religión no se imponía nunca; es solo a partir de los años noventa, a causa de estos grupos islamistas, cuando vemos de repente surgir este tipo de creencias. Eso nos lleva hacia atrás, no adelante. No puedo hablar en nombre del pueblo, pero estoy en total desacuerdo con esta idea de la esencia, de los Justos contra los Injustos y todo eso; para mí no tiene sentido.
Muchas mujeres inmigrantes marroquíes en España hoy llevan velo para reivindicar “su identidad”, pero que sepamos, el velo no llegó a Marruecos hasta los años 80.
Lo mismo pasa en Argelia. El velo solo apareció después de 1988, o a principios de los noventa, en la década negra, como la llamamos, en la guerra civil que tuvo lugar en Argelia durante más de diez años. Antes de esto, por ejemplo, en mi familia, mi madre nunca se ponía hiyab. Cuando iba a Argelia se ponía el velo completo, que era algo tradicional en el campo, porque en la ciudad solo se lo ponían algunas ancianas. Pero de repente, en mi familia llevaban pañuelo, y recuerdo que la primera vez que mi hermana vino a casa con un pañuelo, mi padre le dijo: Quítate eso, esto no forma parte de nuestra tradición. Hoy, desafortunadamente, se ha convertido en parte de nuestra tradición.
¿Por qué motivo?
Hay dos razones por las que se lleva el velo: algunas mujeres lo llevan porque quieren, para decir: Somos feministas a nuestra manera, estamos contra Occidente… aunque para mí este discurso es un poco demasiado básico. Y luego están aquellas a las que se lo imponen sus hermanos o padres, o bien sus maridos. A veces esto se extiende a la sociedad: te hacen sentir bajo presión si no lo llevas. Algunas mujeres dicen: No, mi marido no me lo ha pedido… pero sienten que tienen que llevarlo en el contexto de una sociedad donde una mayoría de las mujeres lo llevan.
¿Es un ejemplo de “tradición inventada”, como lo formularía Hobsbawm?
«Hay quienes llevan velo como los hombres llevan barba: para mostrar que son musulmanes practicantes»
No, más bien vuelven a algún texto del Corán que habla del velo, aunque mucha gente argumenta que en realidad no está escrito en el Corán, otros dicen que sí, depende de quién lo interpreta. Hay quienes llevan velo como los hombres llevan barba: para mostrar que son musulmanes creyentes, que son practicantes. Para mí, si una es creyente, no necesita hacer saber a nadie si practica o no, es algo entre Dios y tú, entre tú y tu fe.
Usted se crió en Francia, como hija de inmigrantes argelinos sin educación superior, ¿cierto?
Cierto, mis padres nunca fueron al colegio.
¿Cómo se vivía aquella manera de ser francesa, nacida en Francia, y no ser aceptada – imaginamos – como tal?
Cuando yo era una niña era difícil; ahora es mejor. Yo nací en 1963, un año después de que Francia perdiera Argelia, crecí en Francia y había muchos problemas entre la comunidad argelina y la francesa. Recuerdo haber sufrido mucho como niña por el racismo. Quizás yo, siendo niña, menos que mis hermanos, creo que para ellos era más duro.
¿Y lo superó?
Luego como adulta, investigar y explorar esta relación entre Argelia y Francia me ayudó a mirar más allá del marco estrecho de prejuicio y racismo. También porque quería vivir en Inglaterra, en Londres, y allí se impulsaban mucho los estudios poscoloniales, mientras en Francia no había nada en este sentido. Vivir en Inglaterra en lugar de París o Argel me ayudó al darme cierta distancia, de poder ver de una forma mucho más sana la relación entre los dos países.
¿Cree que hoy día, los hijos de inmigrantes que nacen en Francia lo tienen más fácil, o la barrera sigue ahí, igual de alta?
«La generación de ahora, la de mis sobrinos, está completamente perdida respecto a la identidad»
No estoy seguro de que sea más fácil para ellos. Porque en mi generación, aunque creciéramos en Francia, teníamos una relación muy fuerte con Argelia. Hablábamos árabe argelino, visitábamos Argelia a menudo, conocíamos a la familia allí, nuestros padres eran el vínculo entre ambos países. La generación de ahora, estoy pensando en mis sobrinos, los hijos de mi hermano, no tiene relación con Argelia. No van. No hablan árabe. Son más franceses, pero son musulmanes, todos, así que se meten en todas esas cosas de identidad, de política contra Francia, por la religión. Eso no quiere decir que recen, pero se consideran musulmanes. Pero no tienen relación con Argelia, de manera que están completamente perdidos respecto a la identidad.
¿Más que la generación de usted?
Nosotros estábamos menos perdidos. Era duro, porque había mucho racismo, pero al mismo tiempo teníamos mucha relación con el otro país. Mis sobrinos y sobrinas la han perdido. Dicen a todo el mundo que son argelinos y musulmanes, pero si les preguntas por qué no van a Argelia se quedan así… oh… es un poco difícil ahora… Es difícil para ellos, tienen un montón de contradicciones. Y creo que es por eso que tantos en esta generación se meten en el islam, tal vez acaban yendo a Siria. Es una especie de rabia contra Occidente, contra Francia. Por eso están creciendo tanto los grupos islamistas.
Está dibujando un panorama oscuro…
Hay otros que se han integrado totalmente y tienen una relación sana con Francia. Pero son a menudo los que no viven en los suburbios, tienen un acceso distinto a Francia, se abren más. Pero sí que siento pena por los otros, jóvenes que se siguen llamando franco-argelinos, aunque son franceses, a menudo no tienen pasaporte argelino, pero sienten que no encajan en Francia, tienen pinta de árabes, tienen nombres árabes, y en Francia hay todavía mucho racismo hacia los árabes, hacia los hombres árabes.
¿Ve un modelo de acogida distinto en Inglaterra? ¿Cuáles son las diferencias? ¿Y cree que uno es mejor que otro, a largo plazo?
Creo que Inglaterra es un poco mejor, pero hay que tener cuidado al decir esto, porque se podría pensar que está todo bien, y no es así. Si hablas con afroárabes, pakistaníes, hijos de India, te dicen que hay prejuicios. Pero la política hace que se hayan integrado más fácilmente. Lo ves cuando miras la televisión, las noticias: en Inglaterra tienes a árabes, asiáticos, caribeños como presentadores de TV, como actores. En Francia, eso todavía… falta. Pero eso puede cambiar, está cambiando.
En el cine francés, los árabes y negros solo salen interpretando a árabes y negros ¿no?
«En Francia, los presentadores de TV son blancos, es como si con un negro, la gente cambiaría de canal»
Eso es. Salen haciendo de malos, de ladrón, de terrorista… Aunque en Inglaterra a veces también. Me sorprende cuando veo televisión inglesa, porque el periodista que sale puede ser de cualquier procedencia, no hay diferencia. En Francia siempre son franceses, es decir blancos quienes presentan, es como si pusieras a alguien negro, la gente cambiaría de canal. En Inglaterra no les importa. Pero eso no quiere decir que en Inglaterra no haya racismo, claro que hay. Todo el problema del Brexit, la política sobre las leyes de inmigración, eso es bastante duro.
¿Cómo vive usted el Brexit?
No sé yo… Yo no tengo problemas, porque soy francesa. Si fuera argelina…. bueno, soy argelina también, pero si tuviera solo un pasaporte argelino, sí me preocuparía. El Brexit es un gran error, porque el voto se ganó por la gente de cierta edad que fueron a votar, los jóvenes no votaron eso.
Cuándo usted dijo en casa que quería ser artista ¿cómo se lo tomaron?
A mi familia le sonaba muy extraño. No entendieron lo que significa ser artista. En realidad no lo han entendido hasta hoy. Como hago películas, vídeos, fotos… me ven más como alguien que hace documentales, con eso se explican mejor qué hago. Luego no entienden por qué expongo en los museos y no hago estrenos en salas de cine, pero en todo caso, están muy orgullosos de mí.
Tantos años después, una chica en Argelia ¿ya puede decir más fácilmente “Quiero ser artista”?
Ah, sí sí, hay muchas artistas mujeres en Argelia, y muy buenas.
Tuvo usted modelos o maestras argelinas, cuando empezaba?
Sí; mujeres no tanto, una o dos sí, pero la mayoría eran hombres. Samta Benyahia era un modelo para mí, una artista que ahora vive en París. Por lo demás, más bien escritoras, como Assia Djebar. Porque el arte contemporáneo se ha desarrollado en Argelia bastante recientemente, hace diez o quince años. Los artistas antes eran más tradicionales, y eso no era exactamente lo mío. Había cineastas como Fatma Zohra Zamoum… Hay bastantes mujeres en el sector cultural en Argelia que hacen cosas interesantes.
Echando un vistazo a sus obras fotográficas nos da la impresión de que muchos se han tomado en una Argelia reseca. ¿Una tierra que inspira más que la verde Inglaterra, por ejemplo?
Depende de la obra. No todo lo que hago es sobre Argelia. Pero cuando hago algo sobre Argelia, allí lo interpretan y entienden mucho mejor. En Inglaterra exige un poco más de investigación, pero tienen realmente interés en la historia colonial. En Francia es más un enfrentamiento: Sí, sabemos eso, pero igual no queremos escucharlo, no queremos verlo.
¿Cree que en Francia, Argelia sigue siendo una herida?
«El colonialismo es malo, punto. No me importa si ustedes han construido carreteras, trenes, edificios»
Sí. No tanto en la escena intelectual, donde la gente habla de forma abierta de esto. Pero a veces te encuentras con alguien que dice: Vamos, el colonialismo no era solo malo. También hicimos cosas buenas. Y ahí desde luego nos enfrentamos. Porque yo digo: No. El colonialismo es malo, punto. Por principio no es algo bueno, no se entra a la fuerza en otro país para cambiarle la identidad. No me importa si ustedes han construido carreteras, trenes, edificios, lo que sea. Pero vamos, estoy rodeada de gente de izquierdas y pensamos más o menos lo mismo, no me van a decir que el colonialismo era bueno. Pero a veces, cuando hago una exposición, sí, como ocurrió en Marsella, donde dejamos un libro de visitas abierto. Mucha gente allí viene de la Argelia francesa; algunos dejaron comentarios tipo: “Eso no es verdad, no vale criticar solo a Francia, bla bla”.
¿Es difícil mantener el balance entre lo personal y lo político?
Para mí es importante mostrar ambas cosas. Lo personal puede ser colectivo. No soy una activista política, y a veces la única manera de hablar de política es mostrar una historia personal, sea mía o no. Hoy mostraré un clip de un filme que hice sobre una mujer, la manera en la que se le retrata es muy íntima, personal. Para mí es importante que se acepte esto como mensaje. Lo que quiero decir es que no me gustan los esloganes en una obra. Prefiero utilizar lo personal para formular un mensaje político.
Ser mujer en el mundo del arte ¿era un problema?
Sí, lo era, y lo es todavía, porque el mundo del arte contemporáneo lo dominan hombres. Especialmente cuando te conviertes en madre. Aparte de que el mundo ya es competitivo, es un factor más que lo complica. Ser artista mujer y tener un hijo o una hija se te hace más duro, te apartan. Si eres artista hombre con hijos parece que no tienes este problema.
¿Que se puede hacer en esta situación?
«Si hubiera dejado el arte por mis hijos habría sido una buena madre, pero infeliz»
Luchar contra ella. Yo seguí trabajando. No cedí. Hay muchas mujeres artistas que tienen la misma experiencia. Algunas abandonan, se toman diez años de excedencia, y luego intentan volver, y es realmente difícil retomar tras un tiempo tan largo. Yo simplemente continuaba. Porque para mí, el arte era mi vida, y mis hijos también eran mi vida, no podía separar las dos cosas, no iba a apartar ni a los niños ni al arte. Quizás era un poco duro para ellos porque tenía que irme y dejarlos a veces semanas, seguro que me echaban de menos. Pero ahora están muy orgullosos de que yo continuara con lo mío.
¿Nunca pensó en rendirse?
No. Nunca. Sabía que si dejara el arte sería una madre muy infeliz. Habría sido una buena madre, pero infeliz. Y si hubiera dejado a los críos con el padre y hubiera desaparecido, igual habría sido una buena artista, cumpliendo con el arte, pero no con lo otro. Yo tenía que combinarlo, no podía separarlo. Por eso hice muchos trabajos utilizando a mi hija, o a mi madre.
¿Sus próximos proyectos?
Tengo una gran exposición en París y otra en Valencia. La de París es sobre el cine que se hacía en los años sesenta en Argel. Era un cine militante, no solo hecho por argelinos sino por muchos cineastas militantes.
¿Va mucho a Argelia?
Estuve hace dos meses e iré el mes que viene. Voy mucho.
¿Y es bienvenida? ¿Es fácil?
Sí, sí, tengo un piso allí. Voy todo el rato. Fácil… bueno, no es porque yo sea franco-argelina. No se lo ponen fácil a los argelinos tampoco. Ahora no sabemos qué pasará con la situación política, si se convertirá en una democracia, que es la esperanza que todos tenemos…
¿Tiene esperanza?
Oh, sí. Es el momento, sí. Es un tiempo bellísimo e importante, el primero en la historia de Argelia. Estuve en dos manifestaciones, marchando en la calle, tengo esperanzas muy elevadas, solo me da pena que no esté allí, para formar parte. Pero no puedo, tengo a mis hijos y tuve que volver a Londres para cuidar de ellos. Pero si no tuviera hijos, me habría quedado en Argelia unos meses…
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