Iraq
La guerra de Iraq es la que más víctimas se ha cobrado en la última década y la que mayor relevancia política ha adquirido hasta el punto de marcar enfrentamientos diplomáticas entre países europeos y entre Europa y Estados Unidos.
Iraq, parte del Imperio Otomano hasta la I Guerra Mundial, fue definido en sus actuales fronteras en los años veinte, cuando pasó a ser un protectorado británico. Aunque independiente desde 1932, fue nuevamente ocupado por Gran Bretaña de 1941 a 1947. La monarquía hashemí instaurada por Londres fue aniquilada en 1958 por el primero de una serie de golpes de estado que en los años setenta llevaron al partido Baaz. Saddam Husein se proclamó presidente en 1979.
El desarrollo económico y social del país, entonces el más avanzado del mundo árabe, se quebró en 1980 con la guerra contra Irán, durante la que Bagdad fue considerado baluarte contra el recién instaurado régimen islamista iraní y recibió ayuda de Estados Unidos y Europa. La guerra terminó en 1988 sin cambiar las fronteras, pero avivando el conflicto kurdo.
En agosto de 1990, Saddam Husein invadió Kuwait, alegando disputas sobre los yacimientos petrolíferos, y anexó el país. Naciones Unidas autorizó una intervención armada para expulsar las tropas iraquíes. Estados Unidos, a la cabeza de una coalición de 32 países en la que figuraban Marruecos, Siria, Egipto, Omán, Qatar, Emiratos y Arabia Saudí, inició en enero de 1991 la I Guerra del Golfo, sobre todo bombardeando Bagdad y las infraestructuras iraquíes, hasta la retirada de las tropas iraquíes en los últimos días de febrero.
Poco después, Saddam Husein aplastó de forma sangrienta una revuelta en la zona de Basora, poblada por chiíes, pero perdió el control sobre las regiones kurdas del norte, controlada por la fuerza aérea estadounidense, donde los partidos kurdos crearon una región autónoma.
En 1998, Estados Unidos y Gran Bretaña llevaron a cabo una campaña de bombardeos en todo el país para «debilitarlo». Naciones Unidas no levantó las sanciones impuestas a Iraq en 1990 y sólo permitía, a través del programa ‘petróleo por alimentos’ la importación de artículos básicos y determinadas medicinas. Como consecuencia, la mortalidad infantil se duplicó en la década de los noventa —500.000 niños murieron a causa del embargo, según Unicef— y la tasa de alfabetización cayó. Un equipo de inspectores de Naciones Unidas certificó la destrucción de los arsenales iraquíes y vigilaba su capacidad militar. Aunque no encontró pruebas de un rearme, Estados Unidos afirmó que Saddam disponía de ‘armas de destrucción masiva’ e invadió Iraq nuevamente en marzo de 2003.
Invasión
El 19 de marzo de 2003, Estados Unidos, apoyado por Gran Bretaña, Australia, Italia, España y una decena de otros países, invadió Iraq desde Kuwait, al tiempo que sus tropas apoyaban una ofensiva de las milicias peshmergas kurdas desde el norte. El ejército iraquí colapsó pronto y el 9 de abril, Bagdad fue conquistada. El 1 de mayo, Washington declaró la guerra «terminada». En julio estableció un Consejo Interino iraquí, compuesto por 13 chiíes, cinco suníes, cinco kurdos (suníes), un turcomano y un asirio (cristiano). Estaba sujeto a la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), un cuerpo dirigido por el estadounidense Paul Bremer, que recibió el mote de ‘virrey de Iraq’. Entre sus miembros destacados figuraba Ahmed Chalabi, condenado en Jordania por fraude.
Entre las primeras medidas figuraba el desmantelamiento del Ejército y la policía iraquíes y la prohibición del partido Baaz, laico y panarabista, que había sido instrumentalizado por Saddam. La ‘desbaazificación’ llevó al despido de decenas de miles de profesores, ingenieros y otros funcionarios. Tanto exsoldados como baazistas despedidos alimentaron las filas de la Resistencia, una red difusa de diversos grupos guerrilleros que combatían la ocupación militar, a menudo colocando bombas al paso de convoyes estadounidenses.
Muy pronto, sin embargo, a los ataques contra militares se sumaron atentados terroristas contra civiles —el más llamativo fue el que destruyó las oficinas de la ONU en Bagdad— probablemente responsabilidad de mercenarios extranjeros y a menudo atribuido a Al Qaeda, aunque su finalidad sigue siendo misteriosa.
La batalla por el control de Faluya —perdida por EE UU en abril y ganada en un segundo asalto en noviembre— causó miles de muertos. La falta total de reconstrucción y el encarcelamiento arbitrario de decenas de miles de iraquíes —en 2005 hubo más de 11.000 presos, la mayoría sin acusación ni juicio—, las torturas documentadas en la cárcel de Abu Ghraib, redadas brutales y operaciones de castigo con numerosas víctimas civiles contribuyeron al descontento de la población.
En 2004, el Ejército del Mahdi, una milicia dirigida por el joven clérigo chií Muqtada Sadr, empezó a tomar el poder en algunos barrios de Bagdad y en Nayaf, donde se enfrentó a las tropas estadounidenses. Tras meses de escaramuzas, Sadr aceptó una tregua y sus partidarios participaron en las elecciones de enero de 2005.
Milicias
El partido más votado en los comicios fue la Alianza Iraquí Unida, dominada por partidos integristas chiíes como el Consejo Supremo Islámico Iraquí (SIIC); el segundo una alianza de partidos kurdos; muchos votantes suníes boicotearon los comicios. Casi todos los partidos estaban modelados según el Consejo Interino y su reparto de poder acorde a la condición religiosa o étnica, exento de ideologías.
La formación de milicias al servicio de los partidos se convirtió en algo habitual, así, el SIIC, parte del Gobierno, estableció la milicia Badr, dominada por teólogos chiíes y acusada de crear ‘escuadrones de la muerte’ contra civiles o intelectuales incómodos, en estrecha colaboración con la policía.
Aunque la sociedad iraquí no conocía fracturas religiosas o étnicas —la mayoría de los barrios de Bagdad eran mixtos antes de la invasión de 2003 y los matrimonios entre chiíes y suníes eran habituales—, las milicias empezaban a imponer divisiones y cada vez eran más numerosas las masacres de civiles ‘enemigos’. Muchos grupos de la Resistencia empezaban a desmarcarse de los atentados masivos contra chiíes perpetrados por grupos de ideología islámica extremista, inspirados en el wahabismo saudí.
En 2005, el líder kurdo Yalal Talabani fue nombrado presidente de Iraq. El mismo año se aprobó una nueva constitución que confirmaba la autonomía del Kurdistán iraquí, dirigido por Masud Barzani. En 2006, Nuri Maliki fue nombrado primer ministro. La guerra civil continuó, causando entre 2.000 y 3.000 muertos civiles confirmados al mes; algunos estudios dan cifras muy superiores y sugieren que más de un millón de iraquíes murió por causas asociadas a la guerra entre 2003 y 2007. Dos millones se exiliarion a Jordania y Siria y otras dos millones son desplazados en Iraq.
A partir de septiembre de 2007, la violencia se redujo considerablemente a menos de mil víctimas civiles por mes. Aunque Estados Unidos valoró esto como un éxito del aumento de tropas se debía a varios factores: una nueva tregua de las milicias de Sadr, la táctica de financiar milicias suníes para que apoyaran las tropas de ocupación y la reducción de los atentados terroristas a gran escala. Las bajas militares estadounidenses también se redujeron en 2007: si antes morían entre 60 y 100 soldados al mes, en 2008, la cifra no solía alcanzar 40.
En 2008 quedaban unos 140.000 soldados estadounidenses en Iraq, además de entre 30.000 y 100.000 mercenarios de distintos países, a sueldo de varias empresas norteamericanas o de la propia administración, y no sujetos a ninguna legislación. Todas las personas empleadas por compañías estadounidenses gozan de inmunidad frente al sistema judicial iraquí. Unos cien civiles iraquíes morían cada mes por disparos o bombardeos de militares norteamericanos. A menudo, el ejército paga a la familia entre 1.500 y 6.000 dólares en concepto de ‘condolencias’.
En diciembre de 2011, Estados Unidos retiró todas sus tropas y arrió simbólicamente la bandera estadounidense del último cuartel militar que ocupaba. Pero mantiene una embajada enorme, fortificada y vigilada, en Bagdad.
La retirada no parece haber cambiado la dinámica del conflicto iraquí, en el que se siguen sucediendo con gran frecuencia enfrentamientos entre milicianos, asesinatos y atentados indiscriminados contra civiles. La violencia continúa durante todo el año 2012, similar a los años anteriores, y casi se duplica en 2013, el año más violento desde 2008.
Cronología
1926 Las regiones de Bagdad, Basora y Mosul son unificados en el protectorado de Iraq bajo soberanía británica.
1932 Gran Bretaña instaura la monarquía árabe hashemí y concede la independencia a Iraq.
1941 Gran Bretaña vuelve a ocupar Iraq aunque mantiene nominalmente la monarquía; se retira en 1947.
1958 Un golpe de estado lleva al poder al militar Abdelkarim Qassem, que diseña una república socialista.
1963 Golpe de estado del coronel Abdulsalam Arif, antiguo compañero de Qassem. Le sigue su hermano, Rahman Arif.
1968 Un golpe del partido Baaz derroca a Rahman Arif. Ahmad Bakr es proclamado presidente. Su segundo de a bordo es Sadam Husein, que se convierte en el hombre fuerte del Gobierno.
1979 Sadam obliga a Bakr a dimitir y se proclama presidente.
1980 Guerra contra Irán. Iraq recibe apoyo militar estadounidense.
1988 Termina la guerra con Irán sin resultados. Campaña de exterminio contra la insurgencia kurda.
1990 Sadam Husein invade Kuwait.
1991 Una coalición encabezada por Estados Unidos expulsa las tropas iraquíes de Kuwait. Naciones Unidas mantiene un embargo económico severo.
2003 Estados Unidos y Gran Bretaña invaden y ocupan Iraq.
2005 Elecciones iraquíes. La guerra civil continúa.
2006 Se establece un gobierno iraquí nominalmente soberano, aunque la ocupación militar se mantiene.
2007 Un debatido aumento de tropas norteamericanas y un cambio de estrategia reducen la violencia.
2011 Estados Unidas retira todas sus tropas, aunque mantiene una enorme embajada fortificada. Los atentados contra civiles y los enfrentamientos entre milicias continúan.
2012 Continúa la violencia. Más de 4.000 muertos.
2013 Se recrudece la violencia. Más de 7.000 muertos.