Opinión

El género de los ángeles

Ilya U. Topper
Ilya U. Topper
· 10 minutos

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Lo primero que han hecho todos los Gobiernos de derecha que conozco, de Marruecos a Turquía, ha sido crear un Ministerio de Mujer y Familia. No vaya a ocurrírsele a alguien que podrían ser dos conceptos distintos. Mejor todavía: Mujer, Familia y Desarrollo local. Tiene doble utilidad: al poner Mujer se acalla a esas feministas tan ruidosas que piden que el Gobierno haga algo para acabar con la desigualdad, y al poner Familia se le asigna a la mujer el lugar que le corresponde.

Si se añade Desarrollo, perfecto: así queda claro que el problema de las mujeres no es el patriarcado ¿ha dicho alguien patriarcado? No, no, vea usted, es un problema económico: invertiremos en servicios sociales, atención a niños y mayores, esas cosas que tanto les gustan a las mujeres, empleo, y todo resuelto. Incluso podríamos poner a las amas de casa un sueldo, así no se nos quejan y no se les ocurre salirse del hogar, que es donde tienen que estar.

Me conozco el discurso, de Rabat a Ankara, cada vez que un gobierno conservador o islamista llega al poder: parece una caricatura de los manuales de la España bajo Franco. En castellano moderno suena así:

Podemos ha dado con la fórmula: Mujer, Familia, Desarrollo local y Cohesión Territorial

“Hay que asumir que nuestro sistema de cuidados está en crisis. Nuestro Estado del bienestar se ha construido apoyándose en una cantidad inmensa de trabajo femenino no reconocido ni remunerado. La ausencia de servicios públicos y comunitarios se ha convertido en uno de los principales lastres de nuestra economía, algo que impide a las personas jóvenes componer el modelo de familia que quieran y a las mayores, disfrutar de los cuidados adecuados. Para ello, proponemos un ambicioso programa de inversiones para unos servicios públicos sólidos con la capacidad de crear más de medio millón de empleos”.

Lo que no me imaginaba es encontrarme esa mezcla de hogar, cuidado, familia, ancianos y empleo bajo el epígrafe “Feminismos” en la web de un partido que se reclama morado: Podemos.

He abreviado el texto (el entero aquí) pero así concluye: la solución para los problemas de las mujeres es invertir en empleo y servicios públicos. Pinchar en la etiqueta de ‘Feminismos’ (sí, en plural), arroja medio centenar de entradas del programa: desde propuestas de una tarjeta de transportes a la jornada laboral de 34 horas semanales o al IVA de las bebidas no alcohólicas. ¿Será que feminismo es todo, es decir nada, o es una mala broma del informático?

Afortunadamente, para la Tercera Asamblea de Podemos, que concluyó con la votación generalizada de Pablo Iglesias para la jefatura, el jueves pasado, se distribuyó un ‘Documento de Feminismos’ que fija la postura del partido. Ahí leemos que feminismo es democracia, es justicia, es derechos humanos, es esencialmente todo; lo único que no menciona es que feminismo sea igualdad entre mujeres y hombres. ¿Habrá que darlo por hecho? ¿O es que el título, con ‘Feminismos’ en plural, incluya la posibilidad de un feminismo que no sea la igualdad entre mujeres y hombres?

Leemos: el partido promete apostar “por la transversalidad del feminismo, por la plurinacionalidad y el diálogo, por el reconocimiento y el respeto de la diversidad, por la mirada interseccional, por una comprensión territorial descentralizada”.

Una “comisión de estudio” pide al Estado na comisión de estudio sobre la prostitución

¿Territorial? “Si la sanidad o la educación no llega por igual a todos los territorios (…) la libertad y las oportunidades vitales de las mujeres se ven mermadas”. La de las mujeres. Los hombres son seres fuertes que no necesitan servicios públicos. Sigue una página entera sobre el modelo de España. Podemos ha dado con la fórmula: Mujer, Familia, Desarrollo local y Cohesión Territorial.

Son 37 páginas. Y recuerdan a aquellos alumnos malos que en el examen se dedican a hablar sin pausa, hasta que el profesor es incapaz de recordar si la pregunta se ha respondido o no.

Hay preguntas que se responden. En la educación, Podemos apuesta, en dos párrafos concisos, por una “educación pública, universal, laica y gratuita” y se opone “a la segregación por sexo del alumnado”. Bien. Es la única vez en todo el documento que aparece la palabra “laico”, pero vale. Otros dos párrafos afirman el derecho al aborto, a partir de los 16 años. Bien. Y otros dos explican que tras años de reflexión, el partido se opone a “la explotación reproductiva de las mujeres (gestación por sustitución, conforme se nombra en la ley española)” y pide poner “fin a la política de hechos consumados para la inscripción de las niñas y los niños nacidos a través de esta práctica”. Bien.  Se ve que el partido, cuando quiere, sabe formular una postura política.

«Nos posicionamos en contra del lucro de terceros”. Para este viaje no hacían falta condones

El problema es cuando no quiere. Cuando toca hablar de prostitución hace falta página y media de unas conclusiones de una “comisión de estudio” que, parece un mal chiste, pide al Estado que forme una comisión de estudio para saber qué ocurre con la prostitución. Luego viene una navegación entre dos aguas digna de un campeonato de piragua: se reconoce que “la prostitución como actividad no es una salida deseable en el horizonte feminista que anhelamos”, pero se rechazan las “ordenanzas municipales que criminalizan tanto a las mujeres como a los hombres que consumen prostitución”, se habla de CIEs, migración, leyes mordaza, madres, hijos, sanidad, vulnerabilidad, estrategias de supervivencia.

En todo caso, concluyen las conclusiones, “no podemos tolerar que sean otras personas, en la mayoría de los casos hombres, los que sacan beneficio de la explotación sexual de las mujeres”. “Por ello, nos posicionamos en contra del lucro de terceros”. Albricias. ¡Lo que dice la ley española! Para este viaje no hacían falta condones.

Pero esperen… Estas son solo las conclusiones de la comisión, adoptadas por mayoría. No es la posición del partido. El partido no tiene: “En Podemos conviven diferentes posiciones en materia de prostitución”.

¿De que coño sirve un documento sobre feminismo si un partido ni siquiera es capaz de aclararse si la explotación sexual de las mujeres es aceptable o no? ¿Eso era el truco de poner “feminismos” en plural? ¿Para poder afirmar sin sonrojarse, ni amoratarse, que hay universos paralelos en los que es feminista alquilar el cuerpo de una mujer por dinero?

“Decolonial” es la palabra favorita de quienes niegan el feminismo como «invento colonialista europeo»

¿Qué será lo próximo? ¿Un universo en el que es feminista someter a la mujer a los dictados patriarcales de una religión monoteísta? ¿un universo en el que es feminista marcar a las mujeres en el espacio público con una prenda especial para señalar que se someten a los dictados de la castidad?

No estoy haciendo ciencia ficción. En las 37 páginas del documento solo hay dos referencias a la religión: en el apartado del aborto y al hablar de épocas franquistas. Puede uno alegrarse de que la izquierda castigue a la Iglesia católica con el desprecio de ni siquiera mencionarla, pero preocupa que el partido tampoco haya querido ver la represión que ejerce, en España, una creciente red de mezquitas salafistas contra toda mujer nacida en una familia que los dirigentes de esas mezquitas consideran musulmana. Hablamos de una población superior al millón de personas.

De ellas, ni una palabra. Salvo el propósito de elaborar políticas “con la participación de organizaciones feministas antirracistas, decoloniales y migrantes”. Pensarán que usted no lo sabe, lectora, pero “decolonial” es la palabra favorita de quienes niegan el feminismo y exigen el sometimiento de las mujeres a los dictados religiosos, porque, aseveran, la igualdad de sexos es un invento colonialista europeo para mejor someter a los viriles hombres musulmanes. No estoy de coña.

Esas políticas deben luchar “contra la precariedad, la explotación, el racismo, la xenofobia, la exclusión laboral y social, en definitiva, contra las desigualdades económicas, sociales y políticas que sufren las mujeres de los grupos que representan la diversidad étnico-racial de nuestra sociedad.” Relea la frase. ¿No echa en falta algo? Exacto: contra lo que no se propone luchar es contra el machismo que sufren estas mujeres. No vayan a enfadarse los decoloniales.

Precariedad, exclusión laboral, empleo precario, desigualdad económica, servicios públicos, atención a mayores, cuidados y desarrollo rural. En resumen: “Una posición feminista para pensar las ciudades y los pueblos, el sistema productivo y el mercado laboral, los cuidados como un derecho que ha de garantizarse, la vida comunitaria como una respuesta social de protección frente al individualismo que nos enferma, segrega y empobrece.”

Con términos como “diversexfobia”, el partido reitera su “compromiso con la expresión de género”

Y yo que creía que el logro del feminismo era pensar por fin la mujer como individuo, con derechos individuales, dejar de considerarla simplemente una pieza de un sistema comunitario, social, asignada a los cuidados del hogar, como se hacía en el patriarcado.

Pero todo este debate es superfluo en realidad. O lo será pronto. Escudado tras términos como “diversexfobia”, el partido reitera su “compromiso con la autodeterminación en la gestión de las decisiones referidas a la identidad sexual y la expresión de género”. Pensará que usted, lectora, no se ha leído “las leyes de igualdad LGTBI y trans, que hoy por hoy son parte del acuerdo de gobierno” y que el partido promete aprobar y aplicar, pero lo sabemos: prevén que cualquier persona se pueda declarar mujer u hombre cuando quiera, con efectos legales inmediatos, incuestionables, incontestables. Una vez aprobada esta ley, la aplicación de los “criterios de género” que exige el partido para contrataciones y nombramientos es pan comido: bastará con declararse del sexo, perdón, género, adecuado para el puesto. Y ya.

Una vez aprobada esa ley, todo el debate sobre feminismo y derechos de las mujeres se convierte en lo que ya es en estas 37 páginas del Documento de feminismos: Una transición feminista: una farragosa marea de palabras cuyo valor —recuerden: legalmente ya no existirán mujeres, solo existirán personas que eligen el género de mujer— es más o menos el que tenían las disputas de Tomás de Aquino y los escolásticos al debatir el sexo de los ángeles. Perdón, el género de los ángeles.

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© Ilya U. Topper Especial para MSur

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