Libia
Formado como Estado: 1935 (como colonia italiana)
Independencia de Italia: 1951
Capital: Trípoli
Población: 6 millones
Lenguas: árabe (oficial), magrebí y egipcio, (hablado), tamazigh y tubu (minorías)
Religiones: islam suní (religión de Estado) y jareyí (minoría)
Moneda: dinar [LYD] (0,66 € )
Internet: .ly Prefijo: +218-
Gobierno: República parlamentaria
Presidente: y Primer ministro: Disputados (guerra civil)
Conflictos: Primavera Árabe y a continuación, guerra civil.
Ciudades (2006):
Trípoli: 1,1 millones
Bengasi: 670.000
Misrata: 380.000
Baida: 200.000
Khums: 200.000
Zawiya: 200.000
«Libia no existe» era una frase común durante el siglo XX. Pese a ser el cuarto país más grande de África, no parecía poder definirse como nación. Las fronteras actuales del Estado sólo se trazaron bajo la colonización italiana de los años 30, que unificó tres territorios poco relacionados: Tripolitania, Cirenaica y Fezzán.
El primero de estos territorios, nombrado así por Trípoli, actual capital, es la parte más oriental del Magreb, con el que comparte una larga historia: fue cartaginesa, española y maltesa antes de incoporarse al Imperio Otomano. Cirenaica, en cambio, con su pasado griego, formó parte de Egipto durante esos mismos siglos. Y el Fezzán, inmenso territorio desértico con algunas oasis en el sur, era casi siempre independiente, aunque desde el siglo XVII nominalmente tributario de los otomanos.
Tras ser nido de piratas entre los siglos XVI y XVIII, Libia fue colonizada por Italia en 1911. Roma perdió el control al ser derrotada en la II Guerra Mundial y en 1951, Libia se declaró independiente bajo el jeque beduino Idris I, pero sólo apareció en el mapa en 1965, año en el que se descubrieron las inmensas reservas de petróleo del interior.
En 1969, el coronel Muammar Gadafi derrocó al rey e impuso un régimen autoritario y, según él, revolucionario, inspirado en una mezcla del panarabismo —entonces muy en boga— y una supuesta vuelta a un islam original y estricto, cuya implantación se quedó limitada más bien al ámbito simbólico. La figura de Gadafi dominaba Libia y convertía el país en uno de los principales enemigos de Estados Unidos —lo que llevó a un ataque aéreo de cazas estadounidenses contra Trípoli y Bengasi en 1986— y poco después en un paria internacional, por la supuesta responsabilidad libia en el ‘atentado de Lockerbie’ —el derribo por bomba de un avión civil en 1988— . Gadafi, durante décadas financiero errático de diferentes movimientos revolucionarios en todas partes del mundo, cambió de rumbo a partir de 2003. En 2006, Washington restableció las relaciones diplomáticas y el país exportador de petróleo se convirtió en socio comercial cortejado por Gobiernos europeos.
La primavera árabe empezó en Libia el 15 de febrero de 2011 con protestas callejeras pero se convirtió muy pronto en guerra civil. Parte de los militares destacados en la zona se pasaron al bando rebelde y empezó una guerra, apoyada a partir de marzo por las fuerzas aéreas de la OTAN. En agosto cayó Trípoli, en septiembre, Naciones Unidas reconoció al Consejo Nacional de Transición (CNT) como representante de Libia, y el 20 de octubre, Gadafi fue asesinado por unos milicianos y la guerra se dio por terminada.
El fin de la guerra no trajo la paz, dado que el poder quedó en manos de decenas de milicias locales, al margen de las elecciones que se celebraron en julio de 2012. La región de Cirenaica, con Bengasi como capital, se declaró autónoma y el Parlamento disputaba los nombramientos de altos cargos, estableciéndose dos gobiernos paralelos. En agosto de 2014, milicias islamistas tomaron Trípoli, mientras sus adversarios se establecieron en Tobruk, en la Cirenaica, respaldados por la mayoría de los países europeos. La división entre los dos bloques no es geográfica, dado que hay zonas de Bengasi bajo poder de los islamistas, ni tampoco del todo ideológica, visto que la población amazigh de los montes Nafusa, comprometida con el laicismo, está aliada con el Gobierno islamista de Trípoli.
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