Entrevista

Erri de Luca

«El cuerpo humano es la mercancía más lucrativa del Mediterráneo»

Alejandro Luque
Alejandro Luque
· 11 minutos
Erri de Luca (Sevilla, 2012) | © Alejandro Luque /M'Sur
Erri de Luca (Sevilla, 2012) | © Alejandro Luque /M’Sur


Sevilla| Noviembre 2016


Aunque ya era un escritor
más que conocido en su país, Erri de Luca (Nápoles, 1950) vio su fama redoblada hace dos años, cuando fue acusado de instigar al sabotaje de la línea de alta velocidad Turín-Lyon a su paso por el valle de Susa. El subsiguiente proceso dio pie a un panfleto, La palabra contraria, donde el escritor exponía sus argumentos. Absuelto en octubre de 2015, De Luca regresó recientemente a España con dos títulos en los anaqueles de novedades, ambos lanzados por Seix Barral: la nouvelle Historia de Irene y su poesía completa, reunida bajo el título Sólo ida. Además, acaba de recibir el premio Libro Europeo de manos de un presidente de jurado tan llamativo como el cineasta Oliver Stone.

Dice usted que descubrió la poesía no con un libro, sino con un disco de poemas recitados de Federico García Lorca. Hoy sería muy difícil imaginar un niño así; están todos absorbidos por las imágenes, ¿no?

Sí, yo tuve una experiencia de aprendizaje a través de las voces, no solo por la registrada por actores en los discos, sino también por los adultos que vivían a mi alrededor. He tenido una información y una formación que dependía exclusivamente de los sonidos. La televisión llegó tarde a mi casa, de modo que las imágenes eran pocas, y no contaban nada.

Bueno, esa demora del televisor podía ser una ventaja, según se mire…

No lo sé… Para mí fue así, tuve una educación más acústica que visible.

En Bosnia usted recitaba poemas junto a autores locales. ¿Sintió alguna vez que la palabra le protegía de las bombas, del fuego? ¿Puede ser un refugio?

«La palabra poética era capaz de hacer contrapeso de aquella ruina, de aquel dolor en Bosnia»

Hay un verso de Hölderlin que dice que “donde existe el peligro, crece/ también aquello que puede salvarnos”. En aquel asedio vi que seguían celebrándose veladas de poesía. A los ciudadanos les faltaba de todo, comida, agua, calefacción. Sin embargo, iban al anochecer, ocultos por la oscuridad, con las sillas y las velas, a oír poemas y a recitarlas. La palabra poética era capaz de hacer contrapeso de aquella ruina, de aquel dolor. Era capaz de suspender el asedio, hasta que llegaban las primeras luces del alba. Entonces regresaban a casa antes de que pudieran ser blanco fácil. He visto a la poesía en acción, como fuerza de resistencia contra la intemperie.

En varios poemas habla de los migrantes. Usted, que tantas veces ha estado en Lampedusa, ¿sabe qué se podría hacer, o no hacer, para evitar esta situación?

Uno de los factores es que el problema, por el momento, es muy limitado en número. No se trata de millones de seres humanos, se trata solo de unos pocos cientos de miles. Esto, repartido en un territorio vasto como Europa, es una cifra insignificante. Europa ha absorbido mucha más mano de obra extranjera en el curso de estos últimos años. Ese no es el problema, el problema se ha agigantado como ocurre a veces, cuando la temperatura sentida es distinta de la real. Así, el problema es mucho menos grave, desde el punto de vista numérico, de lo que percibimos.

¿Entonces?

«El viaje por mar de los irregulares ha reportado una fortuna a las organizaciones criminales»

Se trata simplemente de facilitar el viaje, evitando que los bandidos se enriquezcan con él. Al menos desde hace 20 años que me vengo ocupando de este tema, el viaje por mar de los irregulares ha reportado una fortuna a las organizaciones criminales. Somos testigos del peor transporte marítimo de la historia de la Humanidad, ya que el cuerpo humano se ha convertido en la mercancía más lucrativa de las que se transportan en el Mediterráneo. Como ocurría con los esclavos deportados de África a América, con la diferencia de que aquellos esclavos venían nutridos, porque debían ser vendidos. Los de ahora pagan primero, y luego la mercancía puede ser arrojada al mar, porque el traficante ya ha obtenido su ganancia. Cualquier solución es mejor que la situación actual, cualquiera. La más efectiva, sería facilitar el corredor humanitario.

Acaba de aparecer en España la novela breve, o el cuento largo, Historia de Irene, que parece una fábula pero en algún pasaje deja entrever una defensa de Grecia. ¿Es así?

Sí, Grecia es un lugar del alma para nosotros, los europeos. Su vocabulario vive dentro del nuestro, hemos recibido de ellos la arquitectura, la poesía, la filosofía, el teatro, la geometría… Nuestra civilización se ha aprovechado de Grecia. Vengo de una ciudad, Nápoles, que fue fundada por los griegos. Tenemos una deuda de conocimiento y de reconocimiento con los griegos. Y hoy es un lugar maltratado por su economía, por los bancos.

Para mucha gente, la Grecia clásica no tiene nada que ver con la de hoy. ¿Qué piensa usted?

«Vengo de una ciudad, Nápoles, que fue fundada por los griegos»

Es como decir que la Roma de hoy no tiene nada que ver con aquella, la Imperial, que hablaba latín. Es evidente que no tiene nada que ver, pero todo viene de allí. Al menos reconozcamos el lugar de origen de los empeños artísticos y culturales que tenemos. De lo contrario, nos faltaría algo. Tampoco tendríamos a los faraones de Egipto…

Cuando viaja a Israel, ¿siente la vibración del pasado, o la tragedia del presente?

No, no siento el pasado. El pasado de Israel está en su lengua, en el hebreo antiguo, en las palabras que han acogido la noticia del monoteísmo por primera vez. La tierra no, la tierra es hoy la de un país moderno, lleno de contradicciones y con una angustiosa guerra en curso.

¿Sin solución?

Las guerras acaban, antes o después. Eso lo sabemos por todas las guerras de la Historia. Otra cosa es cuando se gangrena de más. Se gangrenan las razones y se hace más difícil ver las soluciones. Debería de estar al alcance de la mano, pero es imposible con los actuales gobiernos de Israel y de Palestina.

Al inicio de su pontificado, dijo del nuevo Papa que era “uno de los nuestros”. ¿Sigue teniendo confianza en su capacidad de cambiar realmente las cosas?

No. Quizá cambia algo, pero sobre todo cambia la relación de los cristianos con su propia fe, la hace más cercana a sus fundamentos originales. Es un cambio íntimo, interior. Las cosas exteriores seguirán atrapadas en lo mismo.

¿Qué son los terroristas del Daesh? ¿Locos? ¿Versiones contemporáneas de los revolucionarios del XX? ¿O, como se dice, el modo de hacer la guerra de quienes no tienen tanques?

«Daesh es solo un ala del islam que principalmente está en lucha con todo el resto del islam»

Son solo un ala del islam que principalmente está en lucha con todo el resto del islam. Los territorios que ha ocupado o quiere ocupar son territorios islámicos. Hay una lucha mortal dentro de esta religión, en la cual Occidente ha elegido el bando del islam que más le favorece, el menos malo según su criterio. Así, este movimiento de ocupación ha entrado en fase de derrota, porque pretendía hacerse con territorios conquistados por fuerzas superiores, mayores. Daesh ha quedado, pues, reducido a la clandestinidad, cosa que –a diferencia de Al Qaeda– no sabe hacer.

Tras la sentencia favorable de su juicio, ¿se siente más tranquilo, o por el contrario le inquieta que cosas así puedan ocurrir en su país, en la Italia de hoy?

La sentencia me ha eximido de aquella acusación de la manera más clara posible. Era una sentencia que subrayaba que ni siquiera existía base para el proceso. Pero casos como el mío se reprodujeron inmediatamente. Por ejemplo, una estudiante que ha escrito una tesis de licenciatura sobre la lucha del Valle de Susa ha sido incriminada por complicidad. Entonces, hay siempre esta intención de censurar la palabra que se alinea con la lucha civil.

Después de la sentencia, no hemos tenido muchas noticias de la situación en el Valle. ¿Cómo están las cosas ahora con el TAV Turín-Lyon?

La oposición continúa, y la obra sigue excavando inútilmente el agujero, una galería secundaria, ni siquiera la principal, que quedará así, sin acabar, hasta que se gasten todo el dinero. Porque se trata de esto, de consumir hasta el último crédito que les han concedido; insuficientes, naturalmente, para culminar la obra, pero mientras disfrutarán hasta de la última moneda.

¿Le hirió el silencio de los intelectuales italianos, o europeos?

«Las democracias modernas están reduciendo la soberanía del demos, del pueblo, a súbdito»

No, no, he estado muy apoyado por los intelectuales, pero sobre todo lo he estado por los lectores. En Italia y fuera, se han hecho muchas lecturas públicas, centenares de actos públicos, donde los lectores han leído mi libro y otras páginas afines. Es una novedad que no se había dado antes, y que me hace más fuerte; no más orgulloso, pero sí más fuerte.

Usted conoce las últimas leyes españolas contra las libertades de manifestación, la famosa Ley Mordaza. ¿Cree que hay un ataque general a la libertad pública?

Sí, pienso que las democracias modernas están reduciendo la soberanía del demos, del pueblo, reduciéndolo a súbdito, aumentando la cracia, el poder sobre éste. Un crecimiento de la cracia en detrimento del demos. Es una tendencia actual, en Italia, en España, en Francia, en los Estados Unidos…

Es un modo de empobrecer, de debilitar la verdadera democracia, ¿no?

Sí, es necesario conservar, proteger la soberanía popular. Incluso el referéndum de Italia ha ido en esa dirección, el Gobierno quiere asumir más poderes frente a las decisiones, a las elecciones populares.

Un viejo comunista español me contó que bajo la dictadura solo te metían en la cárcel, mientras que ahora multan, y eso a veces es más disuasorio y punitivo.

Así es. Eso entra siempre en la voluntad de represión de los desobedientes, de los que disienten.

El triunfo de Trump, la muerte de Fidel Castro, ¿le han dicho algo?

«Una izquierda que no se ocupa de los inmigrantes, está reducida a un centro»

Castro era políticamente, ya, caído, alejado. Un noble padre que permanecía en el desván, en Cuba. Trump, en cambio, es una novedad en la democracia moderna. Porque suceden bruscos cambios de gobierno cuando la economía va mal. Sin embargo, los ocho años de gobierno de Obama han dejado unas condiciones económicas excelentes. Por primera vez, no hay una razón material: hay que buscar una razón inmaterial para este sorprendente giro.

Se habla mucho de obreros, pero ya no existen en Europa como antaño, se han convertido en clase media. ¿Quiénes son los obreros hoy?

Nuestros obreros hoy son los inmigrantes. Y una izquierda que no se ocupa de los inmigrantes, está reducida a un centro que a lo sumo gestiona los intereses de la pequeña-media burguesía en complicidad con la derecha.

¿Le inspiran confianza los nuevos movimientos de la izquierda europea, Podemos, Syriza…?

Creo que son el posible recambio. Podrán recibir el poder, con qué resultados, no lo sé. Representan la voluntad de innovar en la política.

Termino preguntándole, cómo no, por su gran pasión, la montaña. En Italia hay librerías especializadas en este tema, aquí no. ¿Qué nos perdemos los lectores españoles?

La literatura de montaña es, como la de mar, una literatura de aventura, no la metería en una categoría especializada. Todos los lectores quieren leer ese tipo de aventuras, de exploración, de búsqueda de los límites humanos.

En sus ascensiones, ¿lleva libros en su mochila?

Un libro que llevo siempre conmigo son los Salmos. Son una lectura cotidiana cuando viajo.

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